Ingels & Thorsen

Entrevista - 21.05.2020

Ingels & Thorsen Diálogo

El arquitecto danés Bjarke Ingels (1974), y el noruego Kjetil Thorsen (1958), fundadores de los estudios BIG y Snøhetta respectivamente, destacan en Pamplona la importancia del paisaje en el diseño y la arquitectura. Representantes de dos de los estudios escandinavos más importantes, Ingels (BIG) y Thorsen (Snøhetta), se reunieron en Pamplona con motivo del IV Congreso Internacional de Arquitectura y Sociedad, celebrado bajo el lema ‘Cambio de clima’. Aunque sus obras son fácilmente distinguibles y evidentemente diferentes entre sí, su acercamiento a la arquitectura es casi idéntico. Ambos se inspiran en la relación con el paisaje, el que han visto desde niños y que, como a tantos otros autores nórdicos, ha condicionado su obra y su trayectoria. Bjarke Ingels: Puede sonar a cliché, sobre todo en el entorno escandinavo, pero a mí me parece muy interesante el hecho de que hagáis un ascenso anual al pico Snøhetta. Nosotros también hacíamos una excursión anual hasta el año pasado, cuando hubo una tormenta de nieve terrible en la que ya habían muerto siete personas, y decidimos quedarnos en el valle. Fue tan impactante que este año ni siquiera hemos organizado un nuevo viaje.Kjetil Thorsen: Debéis hacerlo. Es como un accidente de coche, tienes que volver a conducir inmediatamente o siempre tendrás miedo a conducir. Para nosotros es importante porque construyes nuevos y, sobre todo, distintos tipos de relaciones con los que te rodean. Además, en este caso, la excursión a la montaña hace que te sientas tan cerca del paisaje, que casi parece una relación sexual…  «La naturaleza es un enorme parque de juegos para adultos» BI: Últimamente he pensado lo mucho que me aporta la naturaleza. Y no me refiero a ir de vacaciones a un buen hotel y disfrutar mucho del paisaje. Me refiero a desaparecer en ella, cuando todo es tan completamente impredecible, tan indescriptible que es exclusivamente tu responsabilidad disfrutarlo, habitarlo. Es un parque de juegos para adultos gigantesco.KT: También es un forma de aprender arquitectura. Esquiar, por ejemplo, es la mejor manera de describir la sección de un paisaje, a través de la altura y la velocidad. Dibujas las líneas de contorno continuamente, y acabas percibiendo la abstracción del paisaje. Y a la inversa escalando, con su paciencia y lentitud. Cuando escalas y te ves colgado de una inmensa pared, tan despacio, tienes la sensación de estar lejos de todo, pero al mismo tiempo sientes que no puedes estar más cerca del propio muro. BI: Recuerdo un viaje increíble en el que estábamos ascendiendo un sendero, la altura total eran unos 1.800 metros, y llovía sin parar, lluvia incesante durante toda la semana. Todo estaba mojado y resbalaba, por lo que subir fue complicadísimo. Era maravilloso estar a esa altura entre las nubes y que de repente se abriesen y dejasen paso a una impresionante vista y un segundo después, otra vez la nada. Rápido, muy rápido. El problema fue luego al bajar. Resbalaba tanto que teníamos que tumbarnos boca abajo (en la espalda llevábamos la mochila) y dejarnos caer. Fue ese momento de verse deslizando cuesta abajo en una montaña grasienta cuando entendí el poder de la naturaleza, y lo que significaba la rendición total a los elementos. KT: Al final volvemos de nuevo al sexo con el paisaje… Para mí sólo hay dos situaciones en el mundo: las montañas y el mar, lo que hay entre medias me aburre.BI: Estoy de acuerdo.KT: Pero me encanta la reflexión que hacías. Ese tipo de reto. Muchas veces pienso, por ejemplo, que si el viento en contra no es muy fuerte debería cerrar el estudio porque se necesitan las fuerzas en contra para llegar a tus objetivos. Si el viento no es suficientemente fuerte, quédate en casa. Si te fijas en donde tenemos nuestras oficinas en Oslo, verás que estamos completamente expuestos al clima. Una nave en la punta más alejada de la ciudad, mirando al sur, directamente al fiordo, a veinte metros de él. Recibes todo el clima: el invierno, la primavera, el otoño, el verano… Además tienes a todos los pescadores delante. Y es la cercanía a estas cosas, como ya hablábamos antes, la que te hace aprender de ellas. Para diseñar algo, debes conocerlo por dentro. Debes meterte bajo la piel de las cosas. El paisaje lo consigue. BI: Para acabar con el tema del paisaje. Creo que hay algo que nuestros trabajos comparten, y es la idea de invitación. Te he oído llamarlo generosidad. Es una invitación a algo distinto. En una de nuestras primeras viviendas, las VM Houses, introdujimos unos balcones de 5 metros de ancho. La idea era estar en el vacío, tan lejos como fuese posible. Cuando te pones en la punta sientes que estás en el aire, sólo rodeado por tus vecinos. Esto también se da,  por supuesto, en el proyecto The Mountain y la Eight House donde subes por una pista de esquí. La idea es que cada proyecto permita algo que habitualmente es inaccesible, de forma que no tienes una acumulación de recintos privados, sino un nuevo tipo de paisaje artificial creado por el hombre.KT: Hablábamos de que la arquitectura debía ser activa. Para mí tiene que ver con las preposiciones: en, sobre, entre… Algo que se pueda relacionar con muchas preposiciones de repente te coloca en una posición activa frente al mundo. Si puedes andar sobre, o bajo algo, si puedes atravesarlo… etcétera, entonces estás cerca del paisaje. Porque el paisaje, y todo nuestro lenguaje se basa en el hecho de que desarrollamos preposiciones para definir nuestra posición ante las cosas. Dónde estamos en relación con otros. Si la arquitectura sólo significase estar ‘dentro’, entonces no estaríamos siendo sujetos activos, porque sólo se define con una preposición. Debe haber un conjunto de preposiciones para que lo seamos. Esta discusión la tuvimos en la Bienal de Venecia; yo no me conformo con la distinción entre dentro y fuera en el debate sobre el espacio público, simplemente porque creo que eso limita la arquitectura y el propio espacio público. Me interesan tus diseños porque veo que tú también buscas crear edificios activos. «La distinción entre dentro y fuera en el debate sobre el espacio público limita la arquitectura y el propio espacio público» BI: Sin duda. Normalmente diferenciamos cuando hay una necesidad, un «debería tener», o un deseo, un «me gustaría tener». Cuantos más «me gustaría tener» puedas añadir a lo que el cliente o el programa pide, mejor.KT: Por ejemplo, ahora hay una discusión en las oficinas de urbanismo de Oslo porque no saben cómo representar la Ópera en los planos. ¿Es un edificio?¿Es una plaza? ¿Debe aparecer proyectado o seccionado? No lo saben, y eso es fantástico.BI: Ese es mi sueño. En los planos urbanos la zona residencial es amarilla, los edificios públicos son rojos, los parques son verdes… y ahora mi obsesión son las zonas grises, las industriales. Es como un tejido canceroso en los mapas. Por eso me interesa saber cómo van a etiquetar nuestra central eléctrica. Debería ser verde, o quizá roja, pero definitivamente no gris. Aunque también es gris…KT: Estoy de acuerdo. Esta clase de híbridos son los que conoces en el paisaje y la naturaleza. Nunca son una sola cosa. Si no aceptamos la complejidad de los sistemas en los que nos movemos, es imposible que progresemos. No podemos copiar la naturaleza, pero debemos pensar que cuando hacemos un nuevo edificio, no es una naturaleza artificial, sino una nueva realidad. Esta realidad, sin embargo, sí puede aprender cosas de cómo opera la naturaleza, para empezar, de estos aspectos híbridos de los que hablamos. Vuestro trabajo lo hace mucho en cuanto a infraestructuras sociales, donde añadís una función sobre la otra. Es una estrategia fantástica, porque es lo que hace el paisaje. La montaña te da agua, pero también puedes esquiar sobre ella, etc. BI: Para mí hay dos tendencias. Una es la centralización extrema. Por ejemplo, compañías globales (Amazon, Walmart…) cada vez tienen centros de distribución más grandes y más centralizados, como si quisiesen conseguir una única nave de distribución para toda América. Pero hay otro proceso, sobre todo en las ciudades, que es la descentralización extrema. Las huertas de las azoteas en Nueva York, por ejemplo. Hay un gran deseo de tenerlas, e incluso hay casi una ideología alrededor de ellas, pero luego la gente está demasiado ocupada para cultivar sus propios tomates. Yo creo que si convences a una gran compañía de que llame a todos estos propietarios para convencerles de que ellos se encarguen de instalar, gestionar, operar y mantener tu cubierta a cambio de un 50% del beneficio que se obtenga, todo el mundo saldría ganando. KT: Nosotros estudiamos el tema e incluso calculamos el peso de la tierra y su productividad, más aun cuando coges la tierra de cultivos abandonados, que lleva años curtiéndose y limpiándose. Una capa de 30 centímetros de suelo agrícola está repleta de energía remanente. Desperdiciarla en lugar de utilizarla para la producción de alimentos, es una insensatez.BI: Estamos reformando una central eléctrica en Vancouver, y además de muchos sistemas sostenibles de energía, hemos incorporado un tipo de cultivo holandés en el que no necesitas tierra. Tienes unos tubos donde las plantas crecen, lo que hace que consuma muchísima menos agua. Además lo pintamos todo de blanco, el suelo, los tubos, todo, de forma que no hay superficies de color que absorban energía o luz y los fotones pueden rebotar libremente. Un concepto de cultivo que no requiere ningún esfuerzo, es muy interesante.KT: Sí que lo es. Debemos confiar en las tecnologías del futuro, y en su desarrollo. Podrían pasar tantas cosas en el diseño industrial... Es una de las áreas donde siento que hemos hecho mucho y, al mismo tiempo, nada. El diseño industrial en arquitectura, por ejemplo, prácticamente no existe. Estamos intentando producir en cadena pequeños objetos del día a día. Como una lámpara de bolsillo, por ejemplo. La antorcha es un grandísimo invento porque puedes llevar la luz contigo a todas partes. Hay un escritor de ciencia ficción que escribió un libro fascinante que hablaba de vidrios que retenían la luz durante veinte años y, por lo tanto, los paisajes. Eso quiere decir que podrías instalar una vista panorámica en tu casa. No necesitarías televisión, instalarías una vista a las cataratas del Niágara directamente en Nueva York, simplemente a través de la retención de luz. Es ciencia ficción, lo sé, pero es hermoso. «Debemos confiar en las tecnologías del futuro, y en su desarrollo»

Entrevista con Alberto Campo Baeza

Entrevista - 09.04.2020

Entrevista con Alberto Campo Baeza

Diálogo

Begoña Marín Calle y Armando Valenzuela Moyano entrevistan al reconocido arquitecto español Alberto Campo Baeza en su estudio de Madrid. Alberto Campo Baeza ha sido el último arquitecto en recibir la Medalla de Oro de la Arquitectura, concedida por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. Casi al mismo tiempo la organización National Geographic ha seleccionado su Museo de la Memoria de Andalucía —junto al Guggenheim de Bilbao— como una de las "10 maravillas modernas del mundo”, algo con lo que Campo Baeza, desde su natural humildad y contención, no está de acuerdo. Nos recibe en su estudio ubicado en el madrileño barrio de Justicia, vestido con una camisa de rayas azules que un día perteneció a su padre y nos acompaña a su despacho, un rincón al fondo del estudio donde cuelga un cuadro pintado por él junto a un grabado de Chillida. Comenzamos a char-lar en torno a una mesa sobre la que hay una maqueta de cartón de la última casa que está proyectando y un prototipo de una delicada lampara que ha diseñado, formada por tres líneas, un triedro de acero, expresión esencial de una lámpara, esencia y exactitud que domina toda su obra. Begoña Marín Calle: ¿Por qué no estás de acuerdo con el reconocimiento que hace National Geographic sobre tu museo?Alberto Campo Baeza: Bueno, eso son cuestiones mediáticas al igual que cuando eligen una ciudad como la más hermosa del mundo, con la excepción de Cádiz, que el año pasado le concedió ese grado el New York Times. Y es que realmente Cádiz es la ciudad más bonita del mundo. En realidad, es raro que en los medios salga algo de arquitectura. Solo sale cuando alguien hace algo estrambótico o se cae algo o pasa algo tremendo como con Nôtre Dame. Cualquier pintor o escultor de medio pelo hace algo y todos los medios se hacen eco. Recordemos si no ARCO. Pero de arquitectura nada, o muy poco o muy esporádico. De todos modos, volviendo al museo, os recomiendo que vayáis a comer allí. En la parte alta hay un restaurante que lo lleva Arriaga y se come maravillosamente bien. Yo no había comido nunca allí; había hecho la obra pero no la había experimentado y la última vez que fui a Granada me pasé por allí y la sensación de comer flotando es estupenda. Es transparente por ambos lados y tienes la impresión de gravitar sobre Granada.  Armando Valenzuela Moyano: Entonces, ante esa falta de presencia en los medios, la imagen de la arquitectura, la fotografía, se convierte en algo fundamental.ACB: Un arquitecto malo con un fotógrafo bueno es un hipócrita, pero un arquitecto bueno con un fotógrafo malo es un imbécil.  Tengo la suerte de contar con un fotógrafo maravilloso, Javier Callejas, que es arquitecto y apareció cuando aún no había terminado la carrera. El fotógrafo es el eslabón funda-mental en la transmisión del mensaje. El primero con quien trabajé fue Hisao Suzuki, hizo las fotografías de la casa Gaspar; recuerdo que bajamos a Cádiz, hizo que me despertase a las cinco de la mañana para ir a la casa, nos sentamos en el suelo, todavía todo oscuro, y al cabo de diez minutos empezó a clarear. Entonces se levantó y en silencio realizó las fotos maravillosas que todos conocéis. Esas fotos traducen perfectísimamente la belleza de la casa.AVM: Según cuentas, los fotógrafos actúan con libertad en tus obras ¿no hay una directriz sobre lo que te interesa enseñar o comunicar?ACB: Yo les dejo libertad, sobre todo con Javier Callejas que es arquitecto y que tiene mente y ojos de arquitecto. En la Guardería para Benetton en Venecia, por ejemplo, Suzuki hizo las fotos, pero no todas me gustaron. Yo había hecho fotos durante las visitas de obra y vi que faltaban algunas imágenes. Isao no pudo volver a Venecia en ese momento y las que publicamos fueron las que hizo un fotógrafo de Benetton.  AVM: Una cuestión interesante por lo didáctico, es que en tus libros aparecen imágenes que referencian otras arquitecturas. Pienso por ejemplo en la fotografía del interior en obras del Daily Mirror de Owen Williams que acompaña en algunas de tus monografías a la obra de la Caja Granada, o los pingüinos que aparecen dibujados en la rampa del Museo de la Memoria de Andalucía, en clara referencia a la Penguin Pool de Berthold Lubetkin. ¿Se trata del poder evocador de las imágenes como forma de llegar a un proyecto? ¿De la copia como herramienta de proyecto en los términos que proponía Antonio Miranda, un elemento de partida que se supera y mejora?ACB: En eso no estoy muy de acuerdo. Es cierto que, desde un punto de vista pedagógico como pasa muchas veces en clases, se ponen ejemplos e imágenes muy válidas que ayudan a entender una obra por comparación. Pero yo prefiero hablar de la memoria. La memoria es un instrumento no solo para nosotros los arquitectos, lo es para los escritores, para los creadores, para el inventor. La primera herramienta para un arquitecto es la razón ayudada por la imaginación. En el despacho de Fernando de Terán, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a la que yo pertenezco, hay un grabado de Goya, El sueño de la razón produce monstruos. Pero en el Museo del Prado hay un texto sobre ese grabado donde Goya dice: La razón, ayudada por la imaginación...Una vez más el grabado, es pedagógicamente muy claro, pero hay segundas partes y el texto explica lo que la imagen no puede. Razón e imaginación son fundamentales en el proceso creativo. Y el tercer ingrediente es la memoria, un arquitecto sin memoria es como una aguja sin hilo. Mies van der Rohe y le Corbusier tienen cada uno una fotografía delante del Partenón, los arquitectos más modernos se fotografían delante de la arquitectura más antigua. Yo prefiero hablar de memoria antes que de copia. AVM: ¿Y respecto de la imagen como referencia o evocación en la Caja Granada?ACB: Bueno, ya que has citado a Owen Williams, es así; pero una cosa que descubrí, y que me produjo una satisfacción tremenda es que los cuatro pilares de la Caja que están en ese espacio central son tan altos y tienen el mismo diámetro y distancia que las columnas de la Catedral de Granada. Esta catedral es la más hermosa del mundo y está restaurada con mucha delicadeza, no sé quién lo ha hecho, pero lo ha hecho muy bien. Estuve el otro día y entraba el sol por las vidrieras altas, en trayectorias diagonales llenas de dramatismo y belleza. Y es algo parecido a lo que sucede en mi edificio. Esto lo descubrí con posterioridad, pero no debe ser casual. Es la memoria de la luz, la memoria del espacio.BMC: Juan Herreros habla de este espacio como un espacio hipóstilo. Es una catedral laica, entras y miras la luz, miras hacia arriba. Hay videos e imágenes que cuentan el edificio como es realmente y cuando lo visitas te asombra cómo todo lo que has visto en una pantalla es verdadero, no hay postproducción.ACB: Sí, y aquí debo reconocer que las imágenes de Suzuki son maravillosas y cuentan la Caja como es en realidad y ayudan a transmitir el conocimiento. Pero la vivencia de estar en un edificio es irremplazable.  Escribí hace un tiempo un texto sobre la memoria y hablo del reconocimiento del espacio. Nos pasa sobre todo a los arquitectos, cuando estamos formados podemos entender un edificio a través de sus planos, nos sucede por ejemplo con el Panteón; pero un día entras en él y la visión es sublime y la experiencia de vivir ese espacio no se sustituye con el conocimiento a través sólo de los dibujos. Eduardo Chillida tiene un texto precioso en que describe sus sensaciones cuando entra en el Panteón y se abrazaba a la columna de luz que procedía de arriba.   AVM: Hablas continuamente de la luz, ¿cómo es tu relación con ella?ACB: Del mismo modo que digo que la memoria es el primer instrumento, la luz es el primer material. Es gratis y es el material más lujoso con el que trabajamos los arquitectos. Actualmente estoy haciendo una casita en Madrid, en Montecarmelo, muy sencilla y arriba del todo hay una cajita de cristal y el techo que se ve tiene un óculo. El otro día llego a obra y bramo (bramo poco, pero bramo), porque habían levantado un pequeño peto en torno al lucernario para impermeabilizar la azotea, pero que impedía ver el cielo. El jefe de obra, un tipo muy listo, subió y quito un ladrillo del peto de manera que, desde abajo, donde había quitado la pieza se veía el cielo y donde no lo había quitado solo se veía la fábrica. Fue una situación muy emocionante. Una comparación muy pedagógica es con la poesía, una palabra aquí no dice nada, pero la cambias y lo dice todo.BMC: Oteiza decía que cuando era pequeño hacía agujeros en la arena donde se metía para ver el mundo con esa nueva perspectiva. Esa es una actitud muy arquitectónica. Quitar para hacer espacio. Algo de eso hay en tu arquitectura.ACB: Hay un artista americano, Michael Heizer que tiene una obra en el museo de la colección de arte de la Dia Art Foundation (Dia:Beacon) que consiste en cuatro boquetes en el suelo pintados de negro. Hablamos hace un momento de copia, en la plataforma de travertino de la Casa del Infinito hay tres excavaciones y cuando la explico pongo la imagen de Michael Heizer. Esas excavaciones son: una la piscina, otra la entrada a la casa y la tercera un anfiteatro pequeñito. Vaciar hace visible la potencia de la intervención. AVM: Como antiguo alumno de la ETSAM, aprendí mucha arquitectura estudiando tus viviendas, donde la claridad de los conceptos tiene un aspecto pedagógico muy directo. Cuestiones como la luz que define un espacio, el interior que fluye al exterior o el exterior que penetra en el interior, lo tectónico y lo estereotómico tienen una presencia sin ambages. Sin embargo, lo que para un estudiante es un aprendizaje y un anhelo, para un cliente privado puede ser una dificultad. ¿Esa didáctica es posible con los clientes? ¿Cómo es tu trato con ellos para que la arquitectura sea posible tal y como la concibes?ACB: A los clientes hay que enseñarles y convencerles, con mucha mano izquierda, pero con firmeza. Es un proceso a veces largo y duro. La Casa del Infinito, por ejemplo, me la encargó una arquitecta casada con un belga simpatiquísimo. El origen es muy sencillo: en los alrededores de la playa de Bolonia hay una colonia belga, y cerca está la playa de los Alemanes; ahí compraron un terreno, el mejor, donde un alemán se había hecho una casa a finales de los años 50 del pasado siglo, al borde del mar y de la duna cuando aún no había normativa que lo prohibiera. La casa estaba en ruinas y había que demolerla, pero eso permitía sustituirla por una nueva construcción que podía llegar hasta la propia duna. La pareja me buscó para proyectarles su vivienda pensando que yo iba a hacerles una casa blanca como otras que había hecho por la zona, pero yo les presenté otra cosa: un podio que se funde con el terreno y que el viento y la arena corroerán hasta que aquello parezca una ruina. Aceptaron mi propuesta con alguna reticencia al principio, y en un momento del proyecto se cruzó el arquitecto belga Vincent Van Duysen que utiliza mucho la pietra serena, una piedra de color gris verdoso. Entonces me dicen que adelante con el proyecto pero que debe ir revestido en esa piedra. Yo había propuesto un travertino con manchas de ónice, el travertino oniciato, para que tuviera un tono más tostado y se fundiera con el color de la arena de la playa. Esta decisión supuso unos meses de una durísima batalla con los clientes que finalmente gané con convicción y muchísima mano izquierda. Ahora están encantadísimos. Pero esto no es fácil, la gente pensará que yo rechazo muchos clientes y lo que ocurre es otra cosa: mi especialidad es que me desaparezcan los clientes, algunos vuelven al cabo del tiempo. Otros no.Dicho esto tenemos que hablar también de una segunda parte: no podemos hacer que la gente viva lo que hemos proyectado como una imposición. Los arquitectos proponemos un marco para que las personas vivan felices y como ellas quieran. No puedes llegar a una casa y quitar los muebles que han puesto. Con Julio Cano hice unas cosas, entre ellas un Centro de Formación Profesional PPO Iturrondo en Pamplona; el año pasado (2018) lo incluyeron en el DOCOMOMO Ibérico, que es un programa de protección de la arquitectura contemporánea y con ese motivo, en febrero de este año (2019) fui allí a dar una conferencia.El edificio había sido muy alterado y se le quería dar un nuevo uso para temas de la administración. La encargada de restaurar el edificio fue Maite Apezteguia, una arquitecta estupenda, que estaba preocupadísima porque había pintado de color blanco las vigas alveoladas que originalmente estaban en color naranja. Yo entro al edificio y Maite, muy preocupada, me pregunta qué tal lo veo y yo digo que muy bien, que está perfecto. Me dice, Alberto, ¿no te molesta? para nada, le contesto, está perfecto, está estupendo. Tú no puedes esclavizar a la gente con tus obras. Carvajal nos lo explicaba muy bien con el ejemplo del estuche y la caja. Si tienes un estuche para un tenedor y luego intentas meter en él un cuchillo este no cabe, en cambio si haces una caja, te cabe un cuchillo, una cuchara y un tenedor. Es mejor hacer una caja donde todo pueda caber. Melnikov decía que toda su vida solo había hecho cajas, cajitas y cajones. BMC: Quizá uno de los ejemplos más claros de caja, sea precisamente la Caja Granada.ACB: Si, la Caja Granada es un cajón estereotómico puesto al revés, contra el suelo, intentado atrapar el aire con ese pesado artefacto. Luego lo perforo para que entre en él, como en una trampa, la luz sólida. Por sus dimensiones de 72 x 72 x 36 m coloco en el centro cuatro columnas que resuelven el problema gravitatorio.AVM: Hablamos de tus casas blancas y de la Casa del Infinito, pero también has hecho vivienda social y viviendas económicas. ¿Son registros distintos?ACB: No, es cierto que la Casa del Infinito la hice para una de las familias más ricas de Bélgica y eso me ha permitido hacer lo que quisiera, pero también he construidos viviendas económicas, como la Casa Gaspar que se hizo con dos millones de pesetas de entonces y con la misma intensidad que todos mis proyectos. O las viviendas sociales de La Viña, en Entrevías, que son las mejores viviendas sociales que se han hecho.A mí me gusta hacer arquitectura económica, buena y para todo el mundo. Y no son necesarios grandes espacios. Ahora estamos preparando un concurso de viviendas casi sociales, y van a ser muy radicales. Yo vivo en un espacio de 25 metros cuadrados y es un espacio único, tengo una cama escamoteable, muchas estanterías con libros y todo al alcance. No hace falta más. BMC: Naciste en Valladolid pero te declaras gaditano, amas su luz y la ciudad.ACB: Cesar Augusto, hacia el año 49 A.C. cuando aún no era emperador, va a la torre de Hércules en Cádiz para que los sacerdotes de ese famoso santuario interpretaran un sueño que había tenido, antes de cruzar el Rubicón y levantarse en armas contra el gobierno senatorial. El oráculo le dice que será emperador de todas las tierras del orbe. Cuando esto ocurre, Cesar Augusto se acuerda del oráculo y en agradecimiento nombra a todos los gaditanos ciudadanos romanos por nacimiento, pleno iure. Eso es algo que la mayoría de los gaditanos no reivindican, pero yo sí, yo defiendo la ciudadanía romana y gaditana.A mi padre, por una serie de razones le “desterraron” a Cádiz.  Y fue la cosa más hermosa que nos pudo pasar. Vivimos muy felices. No imaginas lo maravilloso que fue vivir al borde de La Caleta, mi colegio era el de los Marianistas de Cádiz, donde hice el bachillerato, y su iglesia era el Oratorio de San Felipe Neri, que fue donde se reunieron las Cortes que proclamaron la primera Constitución Española. Fueron unos años de un gran disfrute. Y descubrir la luz de Cádiz fue fundamental.Mi padre falleció con 104 años y siempre estuvo estudiando. Tuvo en la carrera de medicina, en Valladolid, 19 matrículas de honor. Pasó toda la vida estudiando, nosotros, de niños, nos preguntábamos por qué seguía estudiando si lo sabía todo. Cuando murió, mis hermanas al ordenar sus papeles encontraron tres papeletas más en las que el profesor, en vez de poner matrícula de honor había puesto admirable. Hizo unas oposiciones a militar, por aquello de la seguridad, las ganó, y en mayo de 1936 vino a Madrid para hacer el curso de adaptación. Le pilló la guerra en Madrid. Posteriormente a la Guerra Civil fue calificado como “desafecto al régimen” y fue desterrado a Cádiz. Pero esa especie de castigo a nosotros nos hizo inmensamente felices. BMC: Has mencionado a Goya, a Roma, a Grecia, al Panteón de Agripina. ¿Qué valor tiene la antigüedad, el mundo clásico, en tu formación y en tu arquitectura?ACB: Mucha, volvamos a Caja Granada, por ejemplo. El proyecto es un gran cajón estereotómico donde, a la “maniera” del Panteón de Roma, hay una decidida continuidad muraria de paramentos verticales y horizontales.Lo que es cúpula grandiosa en el Panteón, por mor de la continuidad constructiva de un material que sólo puede trabajar a compresión, es en Granada una caja adintelada a causa de la posibilidad de horizontalidad que ofrece un nuevo material, el acero y con él el hormigón armado, capaz de trabajar en un sistema adintelado de grandes luces estructurales. Lo que se resuelve magistralmente en el Panteón con el único sistema posible entonces, el cupular, se resuelve modernamente en Granada con el sistema adintelado, que está a nuestro alcance.Y si el Panteón, lógicamente, toma la luz en el punto culminante de su sistema constructivo a través del divino óculo, Caja Granada perfora su adintelado plano horizontal superior, dónde y cómo le hace falta, para recoger la luz que necesita en lo que hemos llamado "impluvium de luz".Hace unos años escribí un texto sobre una de mis obsesiones: Marco Aurelio y las Meditaciones. Tengo 66 ediciones en distintos idiomas. En español, en inglés, en portugués en francés, incluso en croata. El original estaba en griego. En uno de mis viajes a Nueva York encontré una edición de bolsillo muy barata de Penguin, la traducción, de Maxwell Staniforth, es insuperable. He buscado traducciones en castellano y ninguna tiene la precisión y exactitud de esa. Un día, buscando por internet alguna buena traducción en castellano, me equivoqué y di con una casa en Málaga que hace reproducciones en bronce de esculturas clásicas. Así encontré esta estatua ecuestre de Marco Aurelio en la Plaza del Campidoglio. Como ves, siempre Roma. [la escultura de pequeño tamaño está presidiendo su mesa en su estudio, en medio de libros y proyectos]. AVM: Cuando hablas de la forma de transmitir el conocimiento te has referido a la fotografía. Sin embargo, tienes una amplia producción literaria y tu página de internet es una de las más hermosas, claras y pedagógicas que he podido ver.ACB: Mi página digital tiene casi seis millones de visitas, ¿cómo se digiere eso? No lo sé. La diseñó Massimo Vignelli, uno de los desarrolladores de la letra Helvética, y fue un regalo de unos clientes de Nueva York, pero lo importante es que en un momento dado una persona en Nueva York o en Tokio o aquí, tiene acceso a toda la información. Eso ha cambiado el mundo de la investigación. Hace unos días en la Real Academia hablaban de hacer una exposición con los grabados de Goya, yo decía que había que digitalizar toda la obra. Yo mismo he digitalizado todos mis dibujos, he escaneado todos los planos, las libretas, todo, y lo he donado a la ETSAM, la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, mi Escuela. Cualquiera puede conocer ahora mi obra completa de forma directa y sencilla.Lo digital tiene enormes ventajas porque te permite, entre otras cosas, corregir. Lo último que tengo en marcha es escribir un libro que se llama Reescribir. Voy a coger textos que ya he escrito y los corregiré al máximo. Es un ejercicio maravilloso, escribes de nuevo y es como renacer. Y eso sólo es posible porque escribes en Word, que te permite corregir con mucha facilidad.BMC: Es obligado pedirte que definas tu arquitectura, la cual mantiene un registro tal, que pareciendo la misma, siempre es sorprendentemente distinta.ACB: Es una arquitectura radical. El año pasado escribí un libro sobre Alejandro de la Sota y lo titulé Lacónico Sota. Mi arquitectura puede ser eso, lacónica, radical, sobria y lógica, con sentido común. BMC: En una entrevista que le hicieron Sara de la Mata y Enrique Sobejano a Julio Cano Lasso, éste decía que si se hubiese dedicado a otra disciplina que no fuese la arquitectura y hubiera perseverado en su estudio y dedicación sería igualmente gratificante. La dedicación al trabajo, para él, era lo importante. ¿Te imaginas haciendo otra cosa que no fuese la arquitectura?ACB: No, además te puedo decir que cuando estudiaba arquitectura tuve como profesor a Alejandro de la Sota y cuando le conocí pensé “yo quiero ser como él”. Día a día aprendo algo nuevo. Hay un dibujo a lápiz en el Museo del Prado que realizó Goya cuando tenía unos ochenta años. Se trata de un hombre anciano, que camina apoyado en dos bastones, luminoso y que parece salir de la oscuridad. En el ángulo superior derecho Goya escribió: “Aún aprendo”. Yo me considero una persona afortunada y no hago más que dar gracias a Dios por mi vida. Voy dos veces por semana a nadar y subo las cinco plantas de mi casa a pie (no hay ascensor), y al igual que Goya, aún aprendo.  Nos vamos de su estudio con la sensación de haber estado en un lugar alejado de modas y presiones contemporáneas, casi el taller de un hombre del renacimiento, un taller donde la arquitectura más moderna nace de la reflexión sobre el hombre, el lugar y la luz. En el estudio de Alberto hay silencio y tiempo para el pensamiento. Es un estudio aspiracional, al que se desea volver para encontrar la paz que transmite un hombre que ha reconocido el mundo desde una personal historia que lo lleva desde Cádiz a un orbe sin fronteras y que lo transmite a través de sus escritos, de su enseñanza y de su arquitectura.

Eisenman & Davidson

Entrevista - 24.12.2019

Eisenman & Davidson

In dialogue

Reunidos en un hotel madrileño, Peter Eisenman comenta alguna de sus obras —desde la Ciudad de la Cultura de Galicia hasta el memorial de Berlín— con su esposa, la editora Cynthia C. Davidson. Arquitecto de testarudas inquietudes teóricas, Peter Eisenman nació en una familia de orígenes europeos, completó su formación intelectual en Europa y tuvo por mentores sucesivos al crítico británico Colin Rowe, al historiador italiano Manfredo Tafuri y al filósofo francés Jacques Derrida. Actuando de puente entre la joven arquitectura de la costa Este norteamericana y las corrientes renovadoras del viejo continente, su activismo cultural a través de revistas, encuentros, y centros de reflexión como el Institute for Architecture and Urban Studies le hicieron protagonista de un nuevo talante profesional, expresado también en una secuencia de proyectos domésticos sumamente influyentes. Tras su participación en varios concursos europeos donde explora el diálogo entre la abstracción geométrica y la topografía urbana, realiza sus primeras obras importantes en el estado de Ohio —el centro Wexner, el Aronoff y el de Convenciones de Columbus—, manifestaciones todas de los volúmenes desco- yuntados de la estética deconstructiva. Pero sus obras más ambiciosas y significativas llegarán con el cambio de siglo, y estarán ambas en Europa: el Memorial judío en Berlín, un campo trágico y lírico de estelas de hormigón que recuerda el Holocausto en el corazón de Alemania; y la Ciudad de la Cultura de Galicia, un colosal conjunto de edificios modelados topográficamente que no ha llegado todavía a completarse. Peter Eisenman: En España ahora las cosas son muy diferentes. Cuando ganamos el concurso para la Ciudad de la Cultura en Santiago, muchos pensaron que yo era la mascota de Fraga, y que el proyecto era su mausoleo. Se publicaron muchas historias negativas que desde mi punto de vista eran infundadas. Fraga tenía una visión para Santiago, y una visión muy interesante. Quería que Galicia se convirtiese en una región vibrante y contemporánea para la gente joven, y así combatir la salida de jóvenes hacia grandes capitales u otras ciudades más grandes y evitar una economía negativa. Quería un sitio donde se pudiese celebrar un festival de cine, de teatro o de arte. Y todas esas ideas eran de Fraga, no mías. Yo simplemente seguía lo que él veía como algo verdaderamente importante para Galicia.La razón por la que se generaron tantos problemas fue que desde La Coruña estaban muy disgustados porque toda esa inversión se hiciese en Santiago, y eso es lo que hizo que acabásemos trabajando para el Deportivo de La Coruña. El entonces consejero de Cultura gallego, Jesús Pérez Varela, que era amigo de Lendoiro, el presidente del club, nos encargó el proyecto para un nuevo estadio. Fue un contrato de unos 100.000 euros, que nunca llegamos a cobrar, y produjimos dos o tres propuestas muy interesantes. Hicimos una maqueta enorme y unos esquemas fantásticos en los que el mar llegaba hasta el borde del estadio, de forma que podías estar en la playa y viendo el fútbol al mismo tiempo. El proyecto yo creo que estaba muy bien, pero finalmente no salió adelante. Cynthia Davidson: El esquema era muy bonito. Y eso que es muy difícil hacer arquitectura con un estadio de fútbol. Nosotros siempre hemos sido muy seguidores del fútbol, aunque el que de verdad nos gusta es el americano. Recuerdo el dibujo que hiciste en 1942 de un estadio de fútbol americano con un avión sobrevolándolo. Cuando ganaste el concurso para el campo de los Arizona Cardinals pensamos que era el proyecto definitivo para un aficionado como tú. Y sin embargo luego no lo disfrutaste tanto.  PE: Hacer un estadio no es hacer arquitectura. Hay muy poca arquitectura que se puede aportar. Las reglas del juego son más estrictas que cualquier programa para cualquier tipología. El coliseo creó un modelo que aún no ha sido modificado. CD: La arquitectura se convierte en fachada. En Arizona la aportación fueron los espacios intersticiales que se creaban al envolver el estadio con esas piezas que colocaban las circulaciones fuera de la fachada. Pero yo creo que tus obras más significativas son Santiago y Berlín, quizá también el Centro Wexner para las Artes, de mediados de los ochenta. Lo de Santiago me parte el corazón. Yo he estado allí y he visto la actividad, la gente que trabaja, los aparcamientos llenos de coches, y encima me dicen que solo el museo es visitado por 50.000 personas cada mes. Pensar que esos indicios no son suficientes para recuperar el proyecto y llevarlo a su término es una lástima. Quizá no a corto plazo, pero debería existir la intención de querer terminarlo, porque yo creo que sería verdaderamente bueno para la gente de allí. Lo que ha pasado es lo típico de la actitud de los políticos.Berlín es diferente, pero se enfrenta a los mismos riesgos. Hace poco un político impulsó una campaña en la que prometía que si era elegido, lo primero que haría sería demoler el memorial, porque hay alemanes que odian el proyecto porque es un solar muy valioso. Al mismo tiempo hemos recibido dos correos de dos estudiantes, uno de Bahrein y otro chino, que acababan de visitarlo y pensaban que era el sitio más increíble que habían visitado y experimentado. Eso es algo muy interesante de tu trabajo, que no buscas la parte experiencial, que construyes por el concepto y buscas que tus obras hagan reflexionar a la gente, pero en el memorial las dos cosas se juntan y eso lo hace muy especial.PE: Uno de los aspectos que me gustan de este proyecto y que no es fenomenológico —pese a que nunca he concebido la arquitectura de esa manera está claro que este trabajo es fenomenológico, porque en este caso el cliente era diferente, era para gente que había muerto— es que siempre me ha interesado la posibilidad de perderme en el espacio. Y en Berlín ocurre constantemente. Si una madre está con su niño, y éste se es- capa y la madre corre a encontrarlo, hay un momento en el que está totalmente perdido. Aunque se oigan las voces, si las dos personas se están moviendo, difícilmente vuelven a encontrarse. Fenomenológicamente no te puedes perder, pero psicológicamente sí. Y ese es el concepto fundamental, como aquella mujer que ahora vive en Nueva Jersey a quien separaron de su madre en el campo de concentración de Auschwitz: ella sobrevivió pero su madre no, y nunca más volvieron a verse.

Paredes Pedrosa & Dal Co

Entrevista - 13.08.2019

Paredes Pedrosa & Dal Co

Diálogo

Durante un encuentro con Francesco Dal Co en Milán, Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa exponen las claves de su obra desde un punto de vista cronológico, temático e ideológico. La Sede Editorial Mondadori construida entre 1968 y 1975 por Oscar Niemeyer acoge el encuentro  entre la pareja de arquitectos Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa y el historiador Francesco Dal Co, actual director de la revista Casabella y gran conocedor de su obra.Francesco Dal Co: Estudiasteis en la Escuela de Arquitectura de Madrid, ¿en qué años?Ángela García de Paredes: Sí, empezamos en un año muy singular en España, en 1975. En noviembre muere Franco, por lo que cerró la escuela hasta enero. Curiosamente nos conocimos porque nuestros apellidos iban juntos en la lista. Estábamos predestinados por el orden alfabético.FDC: ¿Cuáles fueron las experiencias más interesantes de esa etapa y los profesores que más os marcaron?Ignacio García Pedrosa: Tuvimos la suerte de estudiar cuando aún impartían clase tres profesores trascendentales: Francisco Javier Sáenz de Oiza, Javier Carvajal y Antonio Fernández Alba. Tres personalidades que generaban a su alrededor casi tres escuelas paralelas dentro de la ETSAM, de manera que quienes estudiaban en una de sus cátedras hacían toda la carrera por esa rama. Ángela y yo coincidimos en la de Oiza, con muchos otros compañeros con los que luego hemos mantenido la amistad.AGP: Además fue él directamente quien nos dio clase. Incluso dirigió mi proyecto fin de carrera. Antes de él, también nos impactó Antonio Fernández Alba, que llevaba el curso previo a Proyectos, Elementos de Composición. En mí, desde luego, tuvo una importancia grande. Por una parte por lareflexión teórica que aportaba al proyecto (impartía largas clases teóricas, sin imágenes, incomprensibles para mí en ese momento, pero que hoy me vienen a la cabeza constantemente), y por otra porque muchos ejercicios estaban vinculados a arquitecturas del pasado. IGP: Hicimos un trabajo muy extenso sobre la Alhambra, no sólo de planimetrías, también para investigar la relación entre los volúmenes y los espacios interiores. Eso genera una forma de aproximación a la arquitectura muy específica: a través del dibujo y del dimensionado de los espacios, algo muy importante en la formación de un arquitecto.AGP: Yo añadiría que Fernández Alba, curiosamente un arquitecto muy atento a la modernidad, fue quien nos inculcó la necesidad de conocer la arquitectura del pasado, y Oiza el interés por las cuestiones que rodean el proyecto: el lugar, las personas que lo habitan, el para qué va a ser…  Además siempre relacionándolo con la literatura, o la poesía. La relación continua con otras disciplinas era lo más importante de Oiza.FDC: Estos profesores, ¿proponían también ejemplos de arquitectura contemporánea?IGP: Sobre todo Oiza. Más que de los ejemplos de actualidad en aquel momento, nos hablaba de los maestros modernos: Wright, Le Corbusier… Entendía que el aprendizaje de la arquitectura pasaba por conocer lo que los maestros de la modernidad habían planteado. FDC: Como curiosidad, ¿os hablaban sobre los grandes arquitectos españoles de los años 1930?IGP: Era una mirada más hacia fuera. No había comenzado la introspección que quizá se produce de forma más clara a partir de la entrada en la universidad de Rafael Moneo, que rescata la tradición española sin dejar de mirar lo que ocurre en el mundo.AGP: A los grandes arquitectos de antes de la guerra española tuvimos la oportunidad de conocerlos muy directamente a través de mi padre, José María García de Paredes, arquitecto y amigo de muchos de ellos. Fuera de la escuela pudimos tratar mucho a José Luis Sert, que siempre nos animó y del que aprendimos muchas cosas paralelas a la arquitectura —pintura, música...—. A través de Sert conocimos a Miró, por ejemplo.FDC: Termináis la escuela en 1982, y hasta 1990 no fundáis la oficina. ¿Qué ocurre durante esos años? IGP: Empezamos a trabajar con el padre de Ángela, un arquitecto en plena madurez. Tenía un estudio pequeño, con mucho prestigio entre sus colegas. Tras estudiar en Madrid y después de su estancia en Roma, donde coincide con Carvajal, empieza una carrera fulgurante, con un Premio Nacional de Arquitectura y unos proyectos muy interesantes. Siempre quiso controlar su obra, por lo que nunca tuvo voluntad de ampliar el estudio. Al acabar nosotros la carrera, recibe de la  administración una serie de encargos muy importantes, tras inaugurar en 1978 el Auditorio Manuel de Falla en Granada —el primer auditorio musical que se construye en España desde el Palau de la Música de Barcelona en 1908—. El edificio obtiene notable repercusión porque plantea la relación con el lugar y con la tradición constructiva de los materiales. Como consecuencia le encargan el Auditorio Nacional, y es cuando nosotros nos incorporamos a su estudio. Fue una colaboración de casi diez años que no abandonamos voluntariamente, sino por el destino, al fallecer prematuramente José María. Nos encontramos en una situación extraña: teníamos la obligación moral y profesional de acabar su trabajo, por lo que nos demoramos en comenzar nuestra propia carrera. Empezamos haciendo concursos. El primero fue Europan, que ganamos; a partir de ahí comenzamos nuestra andadura independiente. FDC: Vuestro proyecto de Europan es muy particular. Pienso que como jóvenes arquitectos os inspirabais en Alvar Aalto.IGP: Es una constante en nuestro trabajo. Hay una continua presencia de referencias que no afloran intencionadamente, pero que están ahí.FDC: Pienso en Aalto y por otra parte en vuestra relación con el mundo ibérico. Quizá la influencia de Aalto viene a través de Siza y Moneo.IGP: Creo que se puede hablar de una especial relación entre el norte y el sur. La relación entre los nórdicos y los mediterráneos es casi una cuestión de simetría, de equilibrio. Países periféricos como los nórdicos resultan atraídos por países periféricos como España o Portugal y viceversa. Aparentemente no hay casi puntos de contacto: ni de clima, ni social, ni siquiera de tradición cultural. Quizá por eso surge una atracción muy fuerte. Sin embargo sí hay algo que une las  arquitecturas nórdicas y las mediterráneas, y es la cuestión de lo doméstico y de lo confortable. Las casas de Siza y las de Aalto son confortables, frente a las sajonas o centroeuropeas donde prevalecen otros valores antes que el confort, o incluso la relación con la naturaleza.AGP: Nuestros primeros años fueron de una gran experiencia en obra y en dirección de obra de edificios grandes. Pronto ganamos el concurso del Ayuntamiento de Valdemaqueda. Estábamos en la situación inversa a otros arquitectos jóvenes: sin obra propia pero con experiencia de construir y de trabajar el proyecto desde un estudio. Era un tipo de edificio con el cual no habíamos tenido contacto antes. Sabíamos hacer auditorios y edificios culturales, pero no ayuntamientos. Por eso hicimos un viaje por el norte de Europa, sobre todo por Dinamarca y Finlandia, para conocer los ayuntamientos nórdicos. Hicimos casi una tesis doctoral de ayuntamientos. Me alegra que  encuentres esa similitud pues sorprende ver cómo un edificio tan pequeño puede condensar todo el conocimiento que absorbimos en ese viaje. FDC: ¿Por qué los países nórdicos?IGP: Seguramente por la oportunidad, y también por la historia personal de Ángela. Cuando García de Paredes y Carvajal están en Roma en 1958, una de las condiciones de los residentes era hacer un viaje por Europa. Fueron a Finlandia en un 600 para conocer de primera mano la obra nórdica. Ángela cuenta que la primera vez que estuvo en Villa Mairea fue antes de nacer, ya que su madre estaba embarazada en esa visita. Quisimos conocer esa casa de primera mano. Me gusta porque se presenta como una casa habitada. La Farnsworth o Villa Savoye son casi monumentos de la  modernidad. Villa Mairea es una casa.FDC: El interior del auditorio del Centro de Congresos de Peñíscola parece una cita a Aalto, ¿es así?IGP: No. Aalto nunca dejó el hormigón armado sin pintar. En Valdemaqueda está desnudo, como en Le Corbusier. Aalto tampoco hizo un techo de hormigón con esas formas; lo hizo de madera en Viipuri, pero no en hormigón. Quien lo hizo en hormigón fue Utzon. Hay más referencia utzoniana que de Aalto. En Peñíscola además tenía una explicación estructural: no podíamos superar los doce metros de altura, y no nos cabía la estructura metálica y el techo de madera, así que propusimos  hacer una losa de hormigón que fuese estructura y techo acústico al mismo tiempo.AGP: Fue un reto estructural importante, y un invento, porque se hizo con un encofrado suspendido, sin andamios. FDC: En vuestra obra es muy importante la continuidad de la piel, que muchas veces es lo que caracteriza los edificios. La expresión formal de la estructura es secundaria respecto de la piel. Es la piel la que recoge todo el protagonismo, por un lado vistiendo el edificio, y por el otro dejando ver el espectáculo de la vida interna.IGP: Cuando estaba muy reciente la construcción del Centro Pompidou, que expresa la estructura y las instalaciones exteriormente, Oiza nos preguntaba: «¿Y la piel? ¿Dónde está la piel? Nosotros tenemos piel para ocultar las venas y los huesos». Creo que algo de eso resuena en nosotros.  Creemos que es necesaria una claridad estructural, pero que no debe ser la protagonista.

Entrevista con Nika Zupanc

Entrevista - 19.06.2019

Entrevista con Nika Zupanc

Cosentino

En esta conversación Vanessa Feo, Responsable de Comunicación Internacional de Grupo Cosentino, entrevista a Nika Zupanc, diseñadora de interiores y producto globalmente conocida. ¿Cuál es el material inicial, esa chispa que desencadena el diseño de un producto? ¿En qué consiste tu proceso creativo?Nika Zupanc (NZ): Para mí es muy importante saber para quién trabajo en todo momento: como diseñadora industrial, el producto es siempre una combinación de la filosofía propia y la de la empresa. Por eso el informe inicial siempre procede de la empresa. Luego, depende de si la empresa tiene un material propio con el que trabajar. Si es así, me centro en ese material por encima del resto. Hay otras empresas que no tienen su propia tecnología y, en esos casos, tienes que partir de puntos distintos, pero es siempre una combinación del material. Para mí, la innovación que aporta el material es muy importante, igual que hacer un uso innovador de las tecnologías existentes. Se trata de combinar la función, el aspecto y los colores con todo lo demás. Depende de cada producto; nunca se repite.Los objetos que diseñas transportan al usuario final a algo parecido al escenario de un teatro. ¿Tu estrategia de diseño nace de una influencia teatral o cinematográfica concreta? ¿Qué es lo que más influye en tus diseños?NZ: Creo que actualmente el diseño tiene un lenguaje muy fuerte. El diseño debe ser inteligente, claro y funcional. Tiene que ser inteligente en la manera en que usa la tecnología, pero tiene también un valor comunicativo muy fuerte, ya que te permite contar cosas, y eso es algo que me interesa mucho. Me encanta el teatro, la literatura y muchas otras cosas, pero no es algo que me influya de manera directa. De hecho, me influyen más las cosas cotidianas, lo que ocurre a mi alrededor. Son cosas a las que quizá otras personas no presten atención porque no son lo suficientemente atractivas, pero yo intento traducir todo esto y darle un nuevo significado a través del diseño y de los objetos. En ese punto es donde encuentro un toque dramático, porque estás diseñando de verdad e intentas atraer la atención o crear una historia a través de un determinado objeto. ¿Cómo consigues que muchas de tus piezas resulten al mismo tiempo vintage y contemporáneas? ¿Cómo logras esa unión entre el pasado y el futuro, donde los dos están presentes?NZ: Es difícil de lograr, pero es uno de los aspectos que más me interesan. Me atrae la elegancia atemporal y quiero crear piezas que no pertenezcan claramente a una época concreta, que podrían ser del pasado o del futuro, o incluso piezas que podrían perfectamente haber sido heredadas. Por eso no creo en conceptos como “estilo” o “tendencia”, ni en lo que está de moda en un momento concreto. Siempre opto por elementos, materiales, colores y vínculos atemporales, para crear objetos que no son propios de ningún periodo de tiempo concreto, pero que a la vez resultan novedosos. No es algo fácil, la verdad.Háblanos de la lámpara Lolita que creaste para Mooi. ¿Era el primer objeto que diseñabas?NZ: Fue uno de los primeros objetos que diseñé y el primero que se produjo en masa. Fue un punto de inflexión para mí. Tiene detrás una historia muy bonita porque tuvo lugar al inicio de mi carrera, cuando estaba enviando mis proyectos e ideas a muchas empresas distintas. Conocía Mooi y siempre pensé que mis creaciones encajarían muy bien en su colección, pero como no quería enviar los objetos, envié una invitación a Marcel Wanders. Ni siquiera tenía su dirección de correo electrónico, así que me la inventé, sin conocerle, y le envié una invitación para mi exposición en SaloneSatellite de Milán. En la invitación salía una imagen de una silla que le gustó y me respondió a la invitación, que no era solo para él. Se interesó por mi trabajo y, como yo ya había dibujado el modelo Lolita, se lo envié y ese fue el inicio de una maravillosa relación. En Mooi aprendí mucho porque es una empresa extraordinaria. Por un lado, revolucionó el mundo del diseño en Italia y, por otro, creo que Mooi fue —y es— una plataforma fundamental para los diseñadores jóvenes, ya que les ofrece la oportunidad de realizar y mostrar sus obras. Introduces códigos estéticos femeninos en tus diseños y muestras un carácter muy fuerte a través de ellos. ¿Hasta qué punto es relevante ese carácter femenino y qué buscas con él? NZ: Es una pregunta muy interesante, pero muy difícil de responder en pocas palabras. Es curioso porque intento no emplear la palabra “femenino” para mis objetos… (Nos reímos; estaba intentando evitar el feminismo a propósito con un tema más sencillo) Sí… Durante mucho tiempo no me atreví a hablar con claridad sobre ello, pero desde hace unos años soy más abierta y directa. No se trata de lo femenino, sino del feminismo. Lo cierto es que todos esos gestos, como la lámpara Lolita y la silla de lazo, son estéticamente preciosos, pero esa no era su finalidad. El objetivo era hacer preguntas. Por ejemplo, cuando creamos la lámpara Lolita con Mooi en 2007, se lanzó en rosa. Tanto ahora como hace dos años, el rosa es uno de los colores más habituales en Milán. Sin embargo, hace diez años, usar ese color suponía un riesgo, porque no sabíamos si nos iban a tomar en serio. Dudábamos si tenía demasiadas connotaciones que no nos gustaban o si restarían seriedad al proyecto. En el catálogo, además, aparecía la frase: “¿Quién teme al rosa?”. Lo que buscábamos era plantear preguntas. Hoy, cuando veo que el rosa se ha liberado, se ha desvinculado de un cierto significado, sin género, me siento muy feliz, porque creo que he contribuido a ese movimiento. La silla de lazo fue otro gesto, porque contiene determinados elementos estéticos que son un tabú. A veces, no siempre, me gusta jugar con esos elementos, sacarlos de la especie de gueto en el que se encuentran, y usarlos de manera que adquieran un nuevo significado. Además, el del diseño es un mundo de hombres y las reglas del diseño contemporáneo se escribieron en clave moderna, y siguen siendo muy rígidas. Como comentaba antes, creo que el diseño tiene un lenguaje muy fuerte y, en determinados proyectos, no todos, intento hablar sobre esos temas. Por otra parte, no diría que son más femeninos, sino más poéticos. Creo que se trata solo de un hueco vacío esperando a llenarse dentro del diseño para las personas, pero que no importa si estas son jóvenes o mayores, hombres o mujeres. Lolita y la silla de lazo son sin duda alegatos feministas, porque se diseñaron como provocaciones, para lanzar preguntas e intentar cambiar determinadas perspectivas. Acabas de decir que el mundo del diseño está dominado por los hombres. Este año en Milán ha habido una polémica relacionada con el escaso número de mujeres en la imagen de la inauguración de la Semana del Diseño de Milán. Los organizadores han pedido disculpas posteriormente…NZ: Eran todo hombres en traje, sí… Es una imagen que han publicado diseñadoras como Patricia Urquiola y Paola Navone. En cierto modo, es difícil hablar de ello porque creo que, si eres bueno, al final no importa. Sin embargo, por otro lado, diría que las empresas de producción —no los artistas— están en manos de hombres y, en muchos casos, de generaciones más mayores, que son más reticentes a las nuevas ideas y las nuevas maneras de hacer las cosas. Es interesante porque veo que ahora es mucho más fácil trabajar con empresas más nuevas o con hombres más jóvenes. Con ellos no tienes este tipo de problemas; son más abiertos. Por eso creo que es cuestión de tiempo y que la situación está mejorando. Somos más abiertos y el género ya no es un problema en la profesión de diseñador. Has colaborado con grandes nombres del mundo del diseño. En la última Semana del Diseño de Milán has participado en la exposición Guiltless Plastic de Rossana Orlandi. ¿Cómo abordaste el tema del plástico y la falta de culpabilidad?NZ: Me encantó que Rossana llevase a cabo este proyecto. Creo que actualmente es el tema más importante del mundo del diseño. Es algo a lo que todos debemos dar respuesta y es una pregunta muy compleja. Básicamente, hay dos maneras de hacerlo: una es dejar de crear plásticos vírgenes, y la otra es intentar reciclar y volver a usar los que ya tenemos, pero es complejo, claro. En este proyecto, he intentado usar materiales procedentes del plástico reciclado, pero no de la manera obvia en que se suelen usar. Los materiales reciclados a veces están vinculados a una estética en concreto, con unas emociones determinadas que no siempre nos gustan ni necesitamos. Por eso creo que será muy importante en el futuro usar estos materiales de una manera estética que, a simple vista, no muestre que son materiales reciclados o usados. Creo que esa es también la clave en lo que respecta a la culpabilidad. No tenemos que sentirnos culpables todo el tiempo. Claro que necesitamos actuar con responsabilidad, pero no es necesario que esté presente todo el rato. En el caso de mi proyecto, que consistía en un reloj, decidí usar una tela elaborada y bordada con un tejido y un hilo procedentes de botellas recicladas. El resultado era suntuoso, barroco, pero lo logramos con botellas de plástico recicladas. ¿Notas muchas diferencias entre trabajar por tu cuenta y trabajar por encargo para una empresa?NZ: Es completamente diferente: prefiero trabajar para una empresa porque trabajar con restricciones, dentro de un espacio muy limitado, supone un auténtico desafío. Cuando trabajo con una empresa, todo está bien definido desde el principio, desde el presupuesto hasta el uso de los materiales. Por eso, cuando logro crear algo bueno dentro de tantas limitaciones resulta muy gratificante. Trabajar por tu cuenta es un poco más sencillo porque puedes hacer lo que quieras, nadie te dice que no y no hay una lucha. Sin embargo, a veces es justo esa lucha la que fomenta la creatividad.De igual manera que Cosentino procede de una pequeña localidad andaluza y ahora está presente a nivel mundial, tu trabajo tiene una proyección internacional pese a basarse en Eslovenia. ¿Encuentras la inspiración en Liubliana?NZ: Sí, es una comparación interesante. Liubliana es una ciudad muy cómoda para vivir, porque necesito estar cerca de la naturaleza para ser creativa. Me encantan las ciudades grandes, pero para dos o tres semanas. Después de eso, necesito volver. Liubliana es una ciudad pequeña, pero está muy conectada con la naturaleza. Está muy bien situada, porque en un radio de 500 km tienes Milán, Belgrado, Viena, el Mediterráneo, los Alpes… Hay una diversidad increíble, con miles de influencias que me resultan indispensables. En algún momento he pensado en mudarme porque es mejor estar en Milán, pero al final creo que estoy demasiado vinculada a esta ciudad, así que me quedaré allí, aunque siga trabajando por todo el mundo. Por otra parte, estoy al lado de Italia, el país más importante cuando hablamos de la producción, y puedo moverme con el coche. Estoy lejos y cerca al mismo tiempo, y es algo que me encanta.

Kéré & Kundoo

Entrevista - 27.05.2019

Kéré & Kundoo

Diálogo

El burkinés afincado en Berlín Francis Kéré y la arquitecta de origen indio Anupama Kundoo repasan las coincidencias de sus recorridos vitales, desde su formación hasta su práctica profesional.  A continuación se recoge, extractado, el diálogo que, con ocasión de la muestra en el Museo ICO, mantuvieron en Madrid Francis Kéré y la arquitecta india Anupama Kundoo, cuya obra expresa una sensibilidad muy cercana a la del africano.Anupama Kundoo: Hay algo que nunca te he preguntado. Tú y yo tenemos muchas cosas en común e incluso suelen agrupar nuestra obra en el mismo tipo de arquitectura, pero tenemos bastantes diferencias. Yo estudié en India y empecé a trabajar allí, con la educación que había recibido. Procedo de un barrio muy poblado de Bombay, aunque luego me trasladé a una zona rural donde, por necesidad, aprendí formas tradicionales de construcción, que respetaban los recursos locales. Después viajé a Alemania, donde empecé mi carrera académica y decidí hacer el doctorado. Tú, sin embargo, estudiaste en Alemania, por lo que debe haber una influencia germana en tu identidad africana. Puedo ver claramente tus raíces y emociones burkinesas, sobre todo por la forma en la que intentas ayudar a la comunidad de la que procedes, pero, ¿cómo es tu parte alemana?Francis Kéré: En lo que a educación respecta, yo soy un arquitecto alemán, aunque inicialmente me trasladé a Berlín para aprender a ser carpintero, que era mi vocación, con la intención de volver a mi país y ayudar al desarrollo de la zona. Pero Burkina es demasiado seco, no hay madera ni carpintería, y la que hay es demasiado primitiva. Como no hay madera, no hay mobiliario de madera, y la gente no puede permitirse ese lujo. Por eso quise seguir aprendiendo y, como ya estaba en Alemania, empecé a pensar en cómo podía estudiar Arquitectura. Esto fue en 1989, justo antes de la caída del Muro. Yo tenía 18 años. Hice lo que en Alemania se llama Abitur, un grado escolar de cinco años, que compaginaba con el trabajo yendo a clases nocturnas todos los días. AK: Eso es impresionante, me puedo imaginar la lucha que debió ser enfrentarte a un sistema tan diferente.FK: Mucho. Libros y libros, y además estaba la lucha personal. En Burkina, mi familia esperaba que volviese con maletas llenas de dinero alemán —que no tenía— o con regalos; pero yo lo que quería era seguir acumulando conocimiento. De hecho, empecé a trabajar mientras estudiaba, y mis profesores no entendían por qué luchaba de esa manera: trabajando por el día y estudiando por la noche, pero siempre pensando en volver a África. Años después, cuando entré en la escuela de Arquitectura, empecé un proyecto para construir un colegio en mi propio país, y casualmente fueron mis antiguos profesores los primeros en ofrecer financiación. Así es como empieza la mayoría de las cosas.AK: ¿Tu intención era volver?FK: Mi propósito siempre fue volver a casa. Usaba Alemania como una plataforma para recaudar dinero y aprender. No quería trabajar en Europa, sólo quería volver a Burkina.AK: Eso es muy interesante porque cuando nos conocimos y éramos colegas de departamento en la universidad de Berlín no sabíamos qué iba a ser de nuestro futuro, y entonces nunca pensé sobre nuestra identidad mestiza. Yo tengo hijos que son medio indios, medio españoles, y tú medio alemanes, medio burkineses. En ambos casos nuestra próxima generación será mixta y debemos pensar en nuestra identidad. Digo esto por encontrar hitos en nuestros viajes paralelos. Yo estudié en Bombay, y muy pronto terminé la carrera de arquitectura y monté mi propio estudio. En 1990 ya me había ido de Bombay y eso era muy raro en la India, que una mujer crease su propio estudio, que emprendiese algo por su cuenta y hasta que fuese en moto… Hice cosas que a la gente le parecían demasiado atrevidas, aunque nunca me preocupó demasiado su opinión. Siempre me vi como un espíritu libre. Pensaba que independientemente de lo que hiciese, por muy pequeño que fuera, incluso fumar un cigarrillo, me criticarían igualmente. Yo sabía que lo hacía como forma de desarrollo personal; quería ayudar a la sociedad y ser útil, y no tenía prisa por ser popular.FK: Yo empecé a construir cuando aún era estudiante. No sentía que tuviera que esperar. Cuando me gradué, yo ya era arquitecto. AK: Te recuerdo como un Francis muy sencillo, de tu época pre-Aga Khan. ¿Cómo te afectó ese premio? Recibir tanta atención de golpe debió ser casi como una prueba, y un reto porque con el reconocimiento hay una carga asociadaFK: Cuando miro atrás me doy cuenta de que fue muy importante para mí ganar el Aga Khan. Hay gente que dice que los premios no sirven para nada, pero en mi caso no es verdad. Generó atención sobre mi trabajo y gracias a eso conozco a gente como Luis Fernández-Galiano, comisario de la exposición en la que nos encontramos. Después se convirtió en una responsabildad y mucha gente importante se acercaba a decirme que, si seguía luchando, podría ser el primer arquitecto que realmente trabajase con la gente. Me di cuenta de que era agradable oír lo que me decían, pero lo realmente importante era que mi obra fuese interesante, por lo que tenía que seguir trabajando. Y eso hice, seguí trabajando. Seguí luchando, pero sin duda el Aga Khan fue un buen empujón a mi carrera. AK: ¿Cuándo decidiste vivir en Alemania en lugar de volver?FK: Nunca decidí, en realidad. Sigo yendo y viniendo. Cuando voy a Uagadugú voy a casa de mi hermano, donde vive mi madre. Él cuida de ella desde que mi padre murió. En nuestra aldea no es fácil mantener a gente mayor si la situación de la familia no es tradicional. Por tradición yo tendría que haberme quedado en casa y haber tenido un montón de niños, y haber cuidado de mi madre cuando mi padre falleció. Tengo hermanos, pero ellos tienen sus propias familias a las que cuidar. Cuando viajo a Burkina voy a ver a mi madre, es lo que necesito al llegar. Estoy media hora con ella, un rato muy intenso, luego me voy a trabajar, y vuelvo cada noche.AK: Mi caso es similar. Poca gente sabe esto, pero mientras trabajaba mi madre se quedó paralítica y tuve que cuidar de ella. Por eso mi propia familia tardó muchos años en llegar. En nuestra cultura nosotros somos responsables de nuestros padres, es natural. Por eso, durante muchos años yo tuve esa ocupación y no viajé mucho. Estaba dedicada plenamente a mi madre, que me necesitaba para que la moviese en su silla de ruedas. Traje a mis padres a que se instalasen conmigo en casa y durante años me centré en ellos. Me había construido una casa que se hizo muy famosa –hasta el MoMA compró los dibujos y maquetas–. Era una casa muy abierta, los animales podían pasearse por dentro, y había un caballo que se metía en la casa y que se quedaba parado al lado de mi madre, recuerdo que era su momento favorito. FK: Me encanta esa historia. ¿Aún llevas a los estudiantes a India? ¿Cómo haces para financiar los proyectos?AK: Es una buena pregunta. En realidad, mis proyectos se financian de forma diferente a los tuyos. Estoy haciendo varios proyectos sociales, pero no soy la única responsable de conseguir financiación, mientras que veo que tú siempre asumes la carga de hacerlo. Si se reúnen los fondos, lo hacemos, y llevo a los estudiantes conmigo. De hecho, existe la demanda, los estudiantes siempre quieren venir a India, y yo creo que se benefician mucho de ello. ¿Qué proyectos estás haciendo tú ahora?FK: Tenemos muchas cosas en marcha, hasta en Estados Unidos. También estamos diseñando una especie de pabellón africano en Edmonton, Canadá. Y otros dos proyectos posibles, uno para la universidad y otro del que no puedo hablar hasta que no haya elecciones en Alemania, es para el Kunstareal.

Entrevista con Alfredo Häberli

Entrevista - 25.03.2019

Entrevista con Alfredo Häberli

Cosentino

En esta conversación Alfredo Häberli, diseñador internacionalmente reconocido que ha contado con Dekton como patrocinador para uno de sus proyectos más recientes, comparte con Cosentino algunas de sus ideas sobre diseño y sobre el futuro. Nacido en Argentina y desde finales de los años 70 establecido en Zurich, Suiza. ¿Cómo se combina el carácter latino con el germánico?Alfredo Häberli (AH): Al comienzo fue más bien sufrimiento, que combinación. Pero tengo que decir que trabajo mucho con mi infancia, con los años positivos que viví en la Argentina, y un poco la racionalidad que aprendí en Suiza, en mis estudios como diseñador industrial me vienen bien hoy en día. Así que tengo las dos, la poesía, lo intuitivo de la Argentina, y lo racional un poco más democrático también de la Suiza.Dice que su estudio “nutre su alma”. Imaginamos un lugar lleno de libros, modelos, materiales y objetos curiosos. ¿Es así su estudio? ¿Es en su estudio dónde se inspira? ¿Dónde da rienda suelta a su creatividad?AH: Sí. Yo siempre digo que observar es la forma más bonita de pensar. Empecé a coleccionar objetos de cualquier tipo que encuentro por ahí, que me regalan. Tengo muchísimos libros, a lo mejor 50 metros de libros y conozco casi todas las páginas. Tengo una memoria visual muy fuerte y cuando empiezo un proyecto me vienen a la mente objetos, páginas, fotos, cosas que conozco y empiezo ahí a juntarlas y a hacer algo nuevo de eso. Me gusta estar en mi estudio, más bien es ahí donde nacen las inspiraciones. Pero también en el día a día, en lo cotidiano, por ejemplo, ayer cuando vine a Madrid me fui a pasear, me fui a caminar, no tengo algo en mente, pero veo cosas que en el momento que estoy tratando me ayuda a desarrollar los proyectos.Tiene una carrera impactante, llena de reconocimientos a nivel internacional. Ha trabajado con multitud marcas de marcas de renombre, como son Camper, BMW, Vitra, y un largo etc. ¿Cuál cree Ud. es la clave de su éxito?AH: Ser constante, creer en la visión y dedicarse a la pasión. Si uno se da cuenta de la pasión que uno tiene, de lo que realmente le gusta hacer, que en mi caso es ser diseñador, hay que creer en eso y seguirlo. Y creo que eso es el éxito, ser honesto consigo mismo. Gracias a Dios puedo vivir de este hobby que tengo, que es ser diseñador.  A principios de 2019, en el marco de la feria del mueble de Colonia, presentó el proyecto Sense & Sensuality, una impactante visión de la cocina del futuro, a través de la cuál plantea cómo y para qué vamos a utilizar nuestras cocinas en el futuro. ¿A efectos prácticos en qué se traduce esa cocina del futuro?AH: Bueno, es una pregunta muy interesante: Pensar en el futuro. En en los últimos años me han ofrecido muchos trabajos que van en esta dirección. Hay una inseguridad bastante grande en este momento en el sector del automóvil, de la arquitectura, del diseño, y en la moda también. ¿Cómo va a ser el futuro? ¿Qué es lo que tenemos que desarrollar? En el caso de la cocina me encargó la Feria de Colonia este trabajo de pensar en el futuro. Yo les dije que es un futuro cercano para no hacerlo súper de vanguardia. Y lo dividí en tres niveles: uno es la arquitectura, el pavimento; otro son los muebles, el interiorismo; y el tercero es la cocina virtual. Y justamente la hice un poco virtual para darme a mí un poquitín más de libertad, porque hice ya muchas cocinas. Y dándole esta virtualidad me dio un poco más de libertad para pensarme una cocina que en el momento técnicamente no se puede traducir uno a uno, pero que da una dirección en la que a lo mejor vamos a ir.Tecnología punta y una visión de máximo aprovechamiento de los recursos, alimentos, energía y agua. ¿Veremos esta cocina implantada en nuestros hogares en un futuro lejano, o en un futuro que está a la vuelta de la esquina?AH: Hay ideas que se pueden traducir en 5 años y otras que van a ser recién en 10 años. Justamente eso fue un tema interesante trabajando con compañías como Samsung o Cosentino en dónde uno se da cuenta:  ¡ok, exageré un poco! … pero la dirección está bien. Y ahora hay que desarrollarlo con las compañías. En su visión purista del espacio de la cocina, todo lo superfluo desaparece y sólo mantiene lo básico y funcional. ¿En su concepto, menos es más?AH: Si. Creo que tenemos demasiados objetos tecnológicos en la cocina hoy en día, como los tenemos en tantos otros sectores también, me repito en el automóvil o también en las computadoras o en nuestros smartphones. Tenemos demasiadas posibilidades que no usamos y pienso que en la cocina vamos a tener que pensar cuáles son los objetos electrónicos, tecnológicos que realmente nos hacen falta. Y bueno, eso va a ser también una decisión que tendremos que tomas, los objetos mismos van a ser poquitín más inteligentes y nos ayudarán a tener la comida más fresca.. veremos… Apuesta Usted en su cocina por materiales de calidad, sostenibles y duraderos en el tiempo. ¿Cumple la superficie ultracompacta Dekton® con sus expectativas en su aplicación como encimera?AH: Si totalmente. Y es también una cosa interesante, porque por ejemplo en la moda los desarrollos más interesantes fueron las telas tecnológicas. En la arquitectura es lo mismo. Los materiales tradicionales que tenemos como la madera o la piedra van a existir siempre, porque por ejemplo la madera que siempre vuelve a crecer, pero también tienen sus límites. Y creo que es lo interesante de la industria, el encontrar nuevos materiales que ofrezcan cualidades que los materiales tradicionales no tienen. Y eso es una cosa nueva e interesante y que se puede desarrollar muy muy bien, junto a diseñadores y arquitectos. Creo que todavía hay un campo abierto para descubrir. ¿Qué le gusta más de Dekton?AH: Lo que más me gusta de Dekton es la función que tiene, que no se raya, que es muy duro. Es una cosa que gusta mucho en la funcionalidad de una cocina o de un baño. Pero lo que a mí como diseñador más me gusta, es el espesor.  Ahora se presentó Dekton con 4 milímetros, que es una cosa mágica. Uno puede lograr darle una estética super fina, super refinada. Me interesa nuevamente buscar los límites de ese material de ese grosor, mostrarlo al extremo, eso me encantaría.En Cosentino, nuestro propósito corporativo es inspirar a las personas a través de espacios innovadores. ¿Podemos decir que esta cocina futurista será un espacio que inspirará a las personas?AH:  Espero que sí. Espero que la cocina que presenté dé temas para pensar, que dé temas para inspirar. Pero claro haciendo el tercer nivel virtual, también uno ve los límites que todavía tenemos con esa tecnología. Ahí también aprendí mucho. En unos cinco años vamos a reírnos de lo que presenté, de cómo lo presenté, de la forma en que se mostró, en ese sentido estamos desarrollando a una velocidad súper rápida y bueno, creo que los cabellos grises vienen también de eso, de pensar tanto.Como compañía española que somos, no podemos dejar de hacerle esta pregunta. ¿Le gusta España? ¿Qué es lo que más le gusta?AH: Me gusta el clima muchísimo. Y me gustan las personas, soy muy adicto a los seres humanos y el español es muy abierto, y sí me gusta el calor de los españoles.

Entrevista con Benjamin Hubert

Entrevista - 14.03.2019

Entrevista con Benjamin Hubert

Cosentino

Cosentino entrevista a Benjamin Hubert, director creativo de LAYER, una agencia de diseño estratégico de Londres. El diseñador ha colaborado con Dekton, creando la instalación Raytrace para la Milan Design Week 2019. ¿Cómo se hizo realidad esta colaboración con Cosentino?Benjamin Hubert (BJ): Cosentino vino a visitarnos al estudio para ver nuestro trabajo y nuestro proceso. Y luego, nosotros visitamos Cosentino para ver la fábrica, la producción, los materiales, el proceso… Este encuentro entre nuestros diferentes procesos nos ayudó para entablar una conversación sobre cómo podríamos resaltar el potencial de Dekton®.¿Cuál fue tu visión inicial para la colaboración?BJ: El material que produce Cosentino es increíble. Dekton® es el resultado de mucha presión durante un corto periodo de tiempo y muchos materiales naturales, para crear un material muy resistente y compacto. Vimos este material y pensamos que se podría usar para aplicaciones arquitectónicas. Su tamaño y su seriedad tenían que ser explotados, y nos gustaba la idea de crear una relación con la naturaleza. Así que pensamos en el mundo que nos rodea, en cómo la naturaleza interactúa con la arquitectura y en concreto con el agua. Es decir, si pasas al lado de un edificio que está junto al agua, se pueden ver cómo los reflejos y la cáustica del agua se proyectan en el material, y esto hace que el edificio se vea con nuevos ojos. Nos gustó la idea de adoptar este concepto del agua y la arquitectura y crear una instalación.Después de tu visita a la fábrica de Cosentino, ¿cómo influyó e inspiró el proceso de fabricación de Dekton® en tu visión de Raytrace?BJ: Lo que Cosentino está haciendo es bastante avanzado y tecnológico, y eso es lo que queríamos capturar. El material se produce en una tabla enorme, así que se pensó en la idea de cómo sacarle partido a un lienzo: tomar un material, muchos acabados distintos y crear un lienzo para jugar con él. De esta manera, el juego de las diferentes luces proyectadas en ese lienzo se convirtió en algo muy importante. Reconectar con la naturaleza y el mundo natural es una de las grandes tendencias actuales, ¿cómo vuelve a conectar este concepto con los elementos naturales?BJ: Como diseñador, siempre intentas capturar parte de la belleza natural que nos rodea. Así que creo que era importante pensar primero en Dekton® y en su relación con el agua. Por ejemplo, en el hecho de que el agua se elimina del material durante el proceso. De esta manera, pensamos que devolver el agua al material sería algo poético y bonito. Así, la idea inicial fue crear una gota de agua y observar cómo se mueve la luz a través de ella y cómo se refleja en la superficie. Esto se convirtió en el punto de inicio del proyecto para pensar en cómo traer de vuelta a la naturaleza.¿Cómo ves la relación entre la naturaleza y la arquitectura natural y el material Dekton®?BJ: Cuando camino por ciudades como Madrid o Londres y miro los edificios, me doy cuenta de que lo que los devuelve a la vida son dos cosas: una es el material de la fachada y la segunda, cómo interactúa la luz con este material. Creo que Dekton® tiene un potencial y una utilidad enormes para la arquitectura, por lo que pensar en cómo crear una relación entre la luz y el material se convirtió en un proceso y una elección muy naturales. Primero tuvimos que tener en cuenta el diseño, la textura, la fuerza y el tamaño del material, y después, pensar de verdad en las luces. Es decir, es como cuando vemos los diseños que crea la luz solar en un edificio o la manera en la que se mueve la luz en el fondo de una piscina o la forma en la que interactúan sus sombras. En este proyecto queremos despertar emociones como la imaginación, el entusiasmo y el deleite del público. ¿Cómo ha cambiado y se ha desarrollado tu visión inicial con el tiempo y después de experimentar?BJ: Una de las cosas emocionantes de trabajar con Dekton® fue lo fino que es el material. Así que, siempre que sea posible, usamos el material en su grosor mínimo de 4 mm. Este material nos permite crear formas, crear relaciones más sorprendentes entre formas, y nos ha dado la posibilidad real de hacer cosas que normalmente no podríamos hacer con una superficie sólida como con un compuesto. Lo que quiero decir es que Dekton® nos ha abierto muchas posibilidades.¿Qué quieres que los visitantes vivan y sientan cuando entren a la instalación?BJ: Hemos tenido la suerte de crear esta instalación para la Milan Design Week. Como bien saben todos los visitantes, es una semana muy ajetreada, bastante caótica y condensada, durante la cual no tienes mucho tiempo ni, a veces, paciencia. El concepto que queremos transmitir con esta instalación es el de un lugar donde pasar un momento para poder detenerse, pensar, reflexionar, sonreír y simplemente estar en un sitio tranquilo durante un rato, y pensar en algo agradable, reflexionar e incluso meditar. Queremos que sea un lugar que despierte emociones distintas de las que surgen durante un día ajetreado de la Milan Furniture Fair. Con Dekton®, se mejora la exploración y se crea un nuevo mundo de posibilidades. ¿Cómo crees que repercutirá esto en el futuro del diseño?BJ: Nuestra pasión por los materiales es algo que va más allá de la forma y el estilo. Sin ninguna duda, tiene más sustancia. Pensamos en la sustancia de la que estarán hechos los proyectos muy al principio de nuestro proceso. No somos estilistas, no creemos solamente en la forma y en crear un nuevo factor de forma porque eso es muy contemporáneo. Creemos en diseños duraderos, resistentes y sostenibles; e inevitable e naturalmente, la instalación Raytrace utiliza Dekton®, que tiene todas esas características. Para nosotros, tiene una importancia fundamental que se pueda usar un material que dure 10, 20, 30 o incluso más años que las cosas que están sucediendo actualmente en el mundo; es decir estamos comprometidos con la sostenibilidad y la cuestión de los recursos naturales, los diseños y materiales resistentes y duraderos.Retomando el tema sobre tu experiencia… Tu trabajo ha recibido reconocimiento de los organismos relacionados con el diseño más prestigiosos del mundo. ¿Qué hace que destaquen LAYER y tus propuestas de diseño?BJ: LAYER es un estudio bastante inusual. En primer lugar, abarcamos todo el espectro del diseño: desde proyectos para crear muebles duraderos, sencillos y orientados al estilo de vida, hasta la otra cara de la moneda, proyectos de diseño industrial más duros y a veces más complejos. Este espectro tan ancho y la tensión que se crea nos deja en un lugar muy especial en el medio de los dos, donde coinciden los proyectos destinados a mejorar el estilo de vida y los destinados a la interacción de las personas con los productos durante un largo periodo de tiempo. Y eso no es todo, también es importante tener en cuenta el hecho de cómo crear un producto inteligente, que no solo mejore y ensalce la marca, sino que también te haga pensar en el mundo que rodea al producto. LAYER es realmente el epicentro de esos dos procesos mentales y nos permite pensar de forma diferente a la hora de crear nuevas piezas de diseño. El propósito de Cosentino es inspirar a las personas con espacios innovadores… Con respecto a esto, me gustaría hacerte una última pregunta relacionada con la inspiración.Para ti, ¿qué sería un espacio inspirador? BJ: Un espacio inspirador es un espacio memorable. La inspiración puede ser muy diferente, se suele esperar que sea interesante y placentera, pero no tiene por qué ser así siempre. Estoy muy interesado en hacer que los demás sientan algo, y tenemos emociones tan complejas, que podemos sentir muchas cosas distintas. Una pieza de diseño exitosa o una instalación exitosa te hace sentir algo, te hace pensar y te hace recordar esa experiencia. Sabemos que el mundo está lleno de cosas y muchas de ellas las vemos todos los días. Se pueden ver muchas cosas en Internet y a menudo no las vemos en realidad ni en directo pero, cuando lo hacemos, queremos y esperamos una reacción y aportar unas emociones instintivas y una sensación de pertenencia muy intensa. Eso es lo que esperamos lograr con Raytrace.

Piano&Galiano

Entrevista - 19.11.2018

Piano&Galiano

Diálogo

Renzo Piano conversa con Luis Fernández-Galiano sobre su itinerario profesional en la casa aneja al estudio del arquitecto italiano en Génova. Entrevistado en la casa y taller de Punta Nave en vísperas de su 80 aniversario, Renzo Piano repasa con Luis Fernández-Galiano los comienzos de su carrera y su última obra, el Centro Botín. Luis Fernández-Galiano: Muchas gracias por recibirnos en tu casa, aquí en Punta Nave, cerca de Génova, la ciudad donde naciste hace casi ochenta años. Tu aniversario será en septiembre, y este es quizás un buen momento para repasar tu biografía. Recientemente, un asteroide ha sido bautizado con tu nombre. Sólo Buckminster Fuller había merecido antes un honor semejante, cuando se le dio su nombre a una molécula. Pero un asteroide es mucho más grande, ¡cinco kilómetros de diámetro!Renzo Piano: Bueno, yo creo que todo el mundo tiene una estrella en alguna parte. LFG: Me decías antes que todo el mundo necesita una especie de brújula interior, como la de los barcos, que pueda guiarnos en la vida. Yo diría que tus brújulas interiores son los edificios, por un lado, y la gente, por el otro. Construir para la gente. ¿Fueron estas tus dos referencias de juventud?RP: Empleo la palabra ‘brújula’ porque me atraen los barcos, y me gusta la idea de una brújula que no puedes ver porque está dentro de tu cuerpo y que, al estar bien protegida, no sufre la influencia perturbadora de los campos magnéticos. ‘Brújula’ se refiere a muchas cosas. Es algo que no está incorporado en algo, sino que se construye a sí mismo, algo que construyes tú desde la infancia y la adolescencia, a través de la experiencia.   LFG: ¿Empezaste a construir esta brújula interior en tu infancia? ¿Qué tipo de infancia tuviste? Tu padre era constructor. RP: Un pequeño constructor, no uno grande, y esto supone una gran diferencia. Los grandes constructores son gente de negocios; los pequeños pisan el suelo real, son artesanos. Mi padre tenía entonces diez o veinte personas trabajando con él, y yo pasaba el tiempo libre con ellos, en la obra, sentado en la arena. Cuando creces en esa atmósfera, empiezas a construirte una pequeña brújula en algún sitio de tu interior, observando cómo las cosas se transforman en un edificio: la arena, en un pilar; los ladrillos, en muros. Pura magia para un niño de seis, siete u ocho años. Todo esto se interioriza. Otra influencia relevante fue el puerto de Génova, que es una ciudad mágica, donde nada toca tierra: los barcos flotan; los edificios levitan; y las grúas… ¡todo vuela!LFG: Pero, además de esas influencias, está la de la familia. ¿Qué papel desempeñaron tus padres? ¿Querían que fueras arquitecto? RP: Bueno, mi padre era constructor, así que me dijo que yo también debía serlo, aunque en realidad no le importara demasiado: era un hombre tolerante. Le dije a mi madre que quería ser arquitecto, y ella me respondió que tendría que explicárselo a mi padre. Así que hablé con él. ¿Por qué arquitecto?, me dijo, puedes ser constructor; un constructor es más que un arquitecto. Mi hermano, diez años mayor que yo, también lo era. La verdad es que yo no quería ser arquitecto, sino algo distinto a ellos. Eso es lo que pasa cuando tienes dieciocho años. LFG: Así que dejaste a tu familia, dejaste Génova, para irte a estudiar a Milán.  RP: Antes había ido a Florencia, que es una ciudad hermosa, demasiado hermosa. Y si tienes dieciocho, diecinueve o veinte años, estudias arquitectura y vas a un sitio como Florencia, acabas paralizado por tanta belleza y perfección. Así que me dije: esto es demasiado bonito; tengo que irme a un sitio que lo sea menos. Y me fui a Milán, que era desde luego una ciudad menos bella pero más interesante. Desde el punto de vista social, era la época de las ocupaciones de la universidad. Llevé una doble vida durante al menos dos años. Durante el día, trabajaba en el estudio de Franco Albini, que era fantástico. Estaba aprendiendo a ser arquitecto, dibujando. Por la noche, me unía a las actividades políticas de ocupación. Todas estas cosas contribuyeron a la construcción de una pequeña brújula, un tesoro para toda la vida. Esta brújula del yo tiene diferentes nombres. No tiene que ver con la profesión que uno ejerce; tiene que ver con la vida, con la gente, con el compromiso, con la política en el sentido real del término. Hay otra cuestión importante al respecto, más difícil: el sentido de la belleza. Este no tiene sólo que ver con la gente, sino con el color y la luz. Si creces en el Mediterráneo, absorbes algo de su agua. Es un mar lleno de luz, de vibración, de voces y de perfumes. Alguien dijo una vez que el agua hace bellas las cosas.    LFG: Cuando dices que, en último término, tu casa no está en París, Génova o Nueva York, sino en un barco, puedo entenderlo, dadas tus raíces mediterráneas. Pero déjame ahora preguntarte por algo acerca de tu educación: ¿aprendiste más de Albini que de los profesores de Milán? Siempre hablas de él con gran devoción.RP: En realidad, fui a la Universidad para ‘ocupar’, no para estudiar, así que puedo decir que aprendí más de Albini, aunque no sólo por eso. Albini era un artesano de verdad, que se complacía en hacer cosas, en comprobar, controlar, hacer prototipos, fabricar piezas. Fue una buena escuela. Pero, sabes, de niño no fui muy buen estudiante, así que crecí con la idea de que, observando a la gente, podías aprender. Uno no debe educarse con la actitud arrogante de pensar que sabe suficiente, sino con la idea de que tienes que aprender porque aún no eres lo suficientemente bueno. LFG: Así que fuiste como una esponja durante tu etapa con Albini. RP: Albini era único. Pero en mi educación influyó también un modo de ver las cosas y los hechos desde una posición no romántica. Nací poco antes de la guerra. Soy hijo de una tormenta. Cuando la guerra terminó, tenía ocho años; así que crecí con la sensación de que las cosas podían mejorar. Cada día, cada semana, cada mes, la calle estaba un poco más limpia, mi padre podía volver a casa un poco más relajado y la comida sobre la mesa era mejor. Crecí con la idea de que el paso del tiempo mejora las cosas. Es una locura, pero esta creencia te da el optimismo que necesitas para ser arquitecto. Crecí con esta idea, e incluso ahora pienso que mañana será mejor que hoy. LFG: Todos sabemos que no puedes ser arquitecto a menos que seas optimista. RP: Optimista desde todos los puntos de vista, pero especialmente si tu trabajo es hacer lugares para la gente, lugares que la gente frecuenta y donde se reúne. Se trata de un deber cívico. El mundo puede ser un poquito mejor cada día; es poco a poco, gota a gota, día a día como se va mejorando el mundo. Si no crees en la capacidad de la arquitectura para cambiar el mundo, si no crees en la capacidad de la belleza,  de la vida y de los valores cívicos para construir un mundo mejor —para mí, esto no es una utopía, sino una posibilidad real—, entonces es mejor que cambies de profesión porque estás en la equivocada…   LFG: Me gustaría terminar esta conversación hablando de tu reciente proyecto en Santander, el Centro Botín. Se trata de una buena noticia, porque en España hasta ahora sólo habías construido la pequeña base del equipo Luna Rossa en Valencia. RP: Nunca había trabajado de verdad en España, así que estoy agradecido por haber podido hacer el Centro Botín. Es fantástico por una serie de razones. Primero, porque he aprendido a amar Santander, que tiene una doble identidad: una, hacia el Cantábrico; la otra, hacia la bahía. La primera es más áspera, expuesta a los vientos y las olas; la otra es como un lago con una luz semejante a la de Venecia: una luz metafísica. Los Jardines de Pereda miran hacia el sur y hacia la bahía, y la luz es fantástica. Vi el lugar después de que Emilio Botín nos hiciera el encargo. Botín me sedujo; también la familia, pero especialmente él. Simpatizamos muy rápido. Nunca le vi como un banquero, sino como un soñador. Supongo que como banquero era un tipo duro, pero era también alguien enamorado de la educación, de la gente joven, de Santander… y de la idea de construir algo allí. Los Jardines de Pereda estaban separados de la bahía por una vía con mucho tráfico, y la decisión fue enterrarla de manera que los Jardines pudieran extenderse hasta el mar: una idea fundamental del proyecto, que se consensuó con la familia, con Emilio, con el alcalde y, por supuesto, con la opinión pública. De nuevo, una historia de amor por el espacio público. El proyecto no tiene que ver con la retórica y con exhibir musculatura. Emilio Botín quería algo con presencia, pero que no se impusiera al lugar. Por eso hicimos que el edificio volara sobre el suelo, porque había muchos árboles, y así, viniendo de la ciudad, al atravesar el parque, se pueden ver los pilares sobre los que se levanta el edificio como si fueran troncos, y el edificio desaparece. Puedes mirar a través de las copas de los árboles; el plano del suelo está libre. Si llueve, te puedes cobijar bajo el edificio; lo mismo en un día soleado. Después, subes a la plaza elevada...LFG: Uno se imagina la plaza y las escaleras llenas de gente, moviéndose arriba y abajo…RP: En cuanto deja de llover en Santander, todo el mundo se va al Paseo. Este edificio está bien situado al final del Paseo, donde este se junta con los Jardines… La gente es como una cuarta dimensión. No hay sólo tres dimensiones; hay una cuarta: el movimiento. Esto también es cierto en el Pompidou; ocurre en las escaleras mecánicas. Incluso en el Whitney. Y es algo que tiene que ver con la gente moviéndose. Lo que espero que ocurra en Santander es que la planta baja del Centro Botín, la plaza elevada y las escaleras estén llenas de gente moviéndose de un lado a otro, descansando en el bar o simplemente sentándose allí. Esto funcionará muy bien en el verano, porque habrá sombra. Y la cosa más mágica será la luz: cuando miras al sur, la luz se refleja en el agua. La piel de piezas cerámicas —270.000 piezas nacaradas— refleja el tiempo atmosférico, la luz. Así que el edificio acaba siendo un poco orgánico, como un pez saltando del agua.LFG: Con sus escamas brillantes…RP: Hay una razón para esto. Queríamos que el edificio brillara y jugase con la luz, ya fuera una luz gris o de verano. Incluso cuando lloviese. Queríamos un edificio que tuviera una especie de piel centelleante. Así que cruzo los dedos. Creo que el edificio va a gustar… Un buen edificio es aquel que acaba siendo querido, adoptado por la gente. Lugares como estos son los que hacen que las ciudades sean buenos sitios para vivir, porque están relacionados con la tolerancia, la convivencia, los valores, el disfrute, la comunidad. Esto es importante. La mayor dicha de los arquitectos es comprobar que sus edificios son apreciados por la gente. Ya sea en Roma, Nueva York, París o San Francisco, si veo a la gente sonriendo y disfrutando en mis edificios, para mí es la mayor satisfacción. LFG: Es una buena manera de terminar esta conversación sobre los aspectos de esa brújula interior que te ha guiado desde la infancia. El principito de Antoine de Saint-Exupéry tenía un asteroide, como tú, así que, de algún modo, puedes unirte a él en las estrellas…RP: Sabes, cuando me llamaron por este tema, pregunté si se trataba de un asteroide seguro. Por supuesto, dijeron, llevamos diez años comprobando su estado, no te preocupes. ¿Durante cuánto tiempo será seguro?, insistí. ¡Durante al menos los próximos dos millones de años!

Foster & Galiano

Entrevista - 13.06.2018

Foster & Galiano Diálogo

Al cumplir 80 años en junio, Norman Foster conversa con Luis Fernández-Galiano y repasa las claves de su carrera profesional en la sede de su fundación en Madrid, en la calle Monte Esquinza. Luis Fernández-Galiano (LFG): Todo el mundo sabe de tu amor por el vuelo, pero me pregunto cómo ha influido en tu arquitectura. Cuando cumpliste 75 años, hiciste recuento de todos los modelos de avión que habías pilotado, y eran, exactamente, 75…Norman Foster (NF): Fue una de esas indagaciones que resultan extraordinarias. Cogí todos mis libros de registro, en los que he ido anotando cada uno de mis vuelos y cada tipo de aparato, y descubrí que había pilotado 75 modelos de avión: ultraligeros, monoplanos acrobáticos, biplanos antiguos, cazas militares y jets privados. Resulta interesante constatar que los pilotos profesionales rara vez traspasan las fronteras entre un tipo de avión y otro. Si el piloto de un avión ligero tuviera que aterrizar sin motor en el campo, habría que alertar con llamadas de mayday a los servicios de emergencia. Sin embargo, para un piloto de planeador se trata de algo normal cuando se queda sin fuerza de sustentación en un vuelo de larga distancia.De igual manera, por norma general, los mundos del ala fija y del helicóptero están bastante separados desde el momento en que las destrezas que exigen son diferentes, aunque el entorno de vuelo sea el mismo. He tenido la suerte de poder disfrutar de experiencias de vuelo transversales, y de haber podido volar en muchos tipos de aviones, desde Spitfires hasta planeadores de competición. Se me ocurre que hay paralelos en mi actitud hacia la arquitectura. Semejanzas en el sentido de que, sea por interés o pasión, muchos arquitectos e ingenieros, como los pilotos, tienden a especializarse en sus campos. Ahora me doy cuenta de que en la arquitectura, como en la aviación, he traspasado las fronteras convencionales. Como diseñador me emocionan igualmente los retos de la gran arquitectura pública y la construcción de bajo coste para un sector amplio de la población. Las infraestructuras me inspiran también en la misma medida que los edificios o incluso el mobiliario. Así que, para mí, el vuelo y el diseño son, ambos, quehaceres universales.     LFG: Que pilotar sea tan importante para ti significa quizá que abordas cada disciplina con un sentimiento que es a la vez de descubrimiento y de riesgo...NF: Sí, pienso que la misma curiosidad que me lleva a explorar experiencias diversas, sea la aviación, el ciclismo o el esquí de fondo, y mi fascinación por el maratón —la competición de maratón de esquí de fondo, el maratón ciclista con los colegas—, quizá se reflejan en mis edificios, que también concibo como experiencias maratonianas. El recorrido del Yacht Club de Mónaco fue de doce años, y lo mismo cabe decir del Carré d’Art en Nimes. ¿Cómo dirigir un equipo para mantenerlo fresco a lo largo de un periodo de tiempo tan largo y sin perder por el camino el argumento del proyecto? Con algunos proyectos tienes que mantenerte concentrado y agudo, marcándote el ritmo durante un periodo largo de tiempo, como en el maratón. Por supuesto, puede ocurrir lo contrario, como en esos megaproyectos que se levantan sorprendentemente rápido, como el aeropuerto de Pekín, que es el más grande del mundo y que construyeron 50.000 personas en sólo cinco años, o el aeropuerto de Hong Kong, que implicó mover montañas y ganar tierra al océano. Pero, por cada uno de estos episodios heroicos, hay un conjunto de proyectos honrosos que son más pequeños, que no son objeto de titulares, pero que son igualmente importantes. En este sentido, me viene a la memoria la tradición anónima de la arquitectura. Bernard Rudofsky la reivindicó en su libro Arquitectura sin arquitectos, que en los años 1960 hizo las veces de catálogo para la exposición homónima en el MoMA, donde dio cuenta de los edificios llamados vernáculos, que antes de la época de la energía barata habían dado respuestas elegantes e ingeniosas a los climas locales. Estos iban desde las benignas regiones mediterráneas hasta los extremos del calor del desierto o del intenso frío de las zonas polares o alpinas. Los edificios resultantes estaban construidos con los materiales disponibles y siempre mantenían la armonía con el paisaje. No se pueden atribuir autores a este inmenso conjunto de obras vernáculas que abarca todos los continentes, y que no se considera arquitectura en el sentido tradicional del término por la mayor parte de los que escriben sobre el asunto. Sin embargo, para mí, incluso cuando era estudiante, han sido unos modelos importantes e inspiradores. Por ejemplo, nuestro proyecto de ‘cero emisiones’ y ‘cero residuos’ en Masdar no hubiera sido factible sin la aplicación de las lecciones intemporales que aprendimos de las construcciones tradicionales del desierto, que se remontan a varios siglos atrás. Obras como nuestro sistema de escuelas en Sierra Leona o la bodega para Château Margaux son adecuadamente locales en su respuesta y en su modo de volver a lo esencial. Quizá está en la naturaleza de los medios de comunicación —como creo que está en la de todos nosotros— el dejarnos llevar por lo más grande, lo más largo y lo más alto, y conmovernos por la dimensión épica de las cosas. Pero esto no debe restar importancia a los edificios más pequeños.    LFG: Sin embargo, proyectos como Trafalgar Square han merecido atención pública, pero son muy silenciosos.NF: Sí, a menudo me preguntan cuáles de mis edificios en Londres son más importantes. Casi de manera refleja, digo que Trafalgar Square y el Millenium Bridge pues, debido a su importancia para la comunidad —sea para los locales o los visitantes— y para Londres, creo que han tenido mucho más impacto social que cualquier edificio. Esto no significa subestimar el British Museum o muchos otros de nuestros proyectos, pero señala la importancia de la infraestructura del espacio público, de las rutas y las conexiones. Cuando me mueva por Madrid en las próximas veinticuatro horas, la impresión más duradera que me llevaré será la de sus espacios públicos. Por supuesto, me acordaré de este edificio y de mi apartamento. Pero el panorama general será el de las infraestructuras de Madrid: sus espacios, rutas y conexiones, el trayecto desde el aeropuerto, el paseo a pie hasta el restaurante...  LFG: Una vez afirmaste que te habían influido muchos edificios, pero ninguno tanto como las bibliotecas.NF: Los libros han sido también una de las influencias más poderosas en mi vida. Diría incluso que, sin libros y sin el acceso a una biblioteca pública, no estaríamos conversando hoy. Podría haber terminado como un oficinista o un obrero en algún lugar del norte de Inglaterra; desde luego, no como arquitecto. Hay todo tipo de vínculos interesantes entre el pasado y el presente. En la época en que ganamos el concurso para la Biblioteca pública de Nueva York, decidí volver a visitar la biblioteca local de mi juventud, en un oscuro rincón de un suburbio industrial de Manchester, y descubrí en una placa conmemorativa que el edificio había sido posible gracias al mismo mecenas que había fundado el sistema de bibliotecas públicas de Nueva York. Cuando era joven en Manchester descubrí en las estanterías de aquella biblioteca libros como Hacia una arquitectura, de Le Corbusier. Me inspiró la contraposición entre el hidroavión Caproni y la Acrópolis. En este sentido, Le Corbusier es como un alma gemela para mí, no sólo por edificios tan hermosos como la capilla en Ronchamp o la Unité de Marsella, sino también por su fascinación por el vuelo y las máquinas. La manera en que trazaba paralelismos entre esas máquinas voladoras y la arquitectura disparó mi imaginación cuando era joven.Mientras paseamos por los espacios de esta fundación y miramoslas maquetas y los dibujos de proyectos y edificios, puedo empezar a hacer conexiones visuales entre el vuelo y la arquitectura, aunque sean indirectas e inconscientes. Por ejemplo, el mobiliario en el que trabajé durante la época del diseño de nuestro módulo lunar toca el terreno con tal ligereza que parece flotar sobre él. LFG: Y este resultado a veces se expresa a través de dibujos. Para ti, dibujar es muy importante; es incluso una manera de pensar. NF: Dibujo con propósitos diferentes. Está el diálogo personal para explorar en el papel una idea que existe en mi cabeza a través de un intercambio con los demás. A menudo, dibujo al mismo tiempo que hablo, como en una presentación o conferencia. También dibujo para dar alternativas a las propuestas de diseño de mis colegas. Otras veces, lo hago con diagramas que comunican las ideas generadoras del proyecto, en una suerte de validación del mismo. El lápiz o la pluma, como el ordenador, son herramientas. Mi obsesión con el dibujo no niega en ningún caso la importancia que, en paralelo, tiene el ordenador. Pero, como el lápiz, el ordenador es una herramienta (aunque maravillosamente sofisticada) que es buena sólo en la medida en que lo sea la persona que trabaja con ella. Luego están los croquis con anotaciones, que combinan lo mejor de las imágenes y las palabras, un formato al que recurro constantemente.   LFG: Así que, para ti, dibujar es como respirar.NF: Desde que tengo memoria he estado dibujando, y esta fue una de las razones por las que quise ser arquitecto. Estaba dispuesto a pagar por tener el privilegio de estudiar, de trabajar para poder pagar las matrículas y mantenerme a mí mismo. Para mí, hacer arquitectura sigue siendo un puro lujo. Lo malo es que, con el gran tamaño de un estudio internacional, surgen muchas otras cosas que hacer. Pero sigo sintiendo el gozo de proyectar. LFG: Sé que no quieres hablar ahora sobre tu legado, algo que le dejas a los historiadores, pero desde tu primer proyecto en Manchester has guardado todos tus dibujos y maquetas, así que de algún modo veo que ahí hay un acervo de trabajo que puede ser sustancial e importante para el futuro.  NF: Este material, que es orgánico y está en expansión, abarca muchos temas paralelos. Uno de ellos es la nobleza de hacer cosas, el orgullo de construir, y no sólo edificios. Esta tradición no es un tema de moda en nuestra era digital, pero incluso en un mundo entregado a lo virtual hay una necesidad creciente de ciudades, edificios y del movimiento de la gente entre ellos mediante coches, aviones y trenes. La búsqueda de la calidad es un recordatorio de esa tradición, no sólo de la fabricación en sí misma, sino de la concepción inicial de un objeto y de su reconocimiento posterior. Para explicar la importancia que tiene un enfoque personal del diseño, suelo repetir el lema de que «la calidad es una actitud mental». En la creación de un edificio hay tres recursos fundamentales: el dinero, el tiempo y la energía creativa. Pero es siempre el elemento creativo el que determina la calidad del producto final, no la cantidad de dinero o tiempo empleados. Algunos de los mejores edificios que hay en el mundo se han construido en un tiempo récord, y a menudo con presupuestos muy reducidos. Algunos de los peores se han eternizado y han costado una fortuna. Esto no significa, por supuesto, negar la sabiduría que hay en invertir en materiales más duraderos y en habilidades artesanales. Pagar más para hacerlo bien de una vez en lugar de tener que rechazarlo y probar de nuevo (y a veces, más de una vez) resulta, al final, más económico. Ocurre lo mismo en la aviación, donde «el precio de la seguridad es la vigilancia constante», y nada puede darse por sentado, todo debe cuestionarse. Hay un vínculo directo entre poner en cuestión las cosas e innovar. Así que, para mí, los proyectos más interesantes son aquellos en los que nos hemos enfrentado  a los prejuicios. Por ejemplo, antes de nuestro Banco de Hong Kong, todos los rascacielos consistían en un anillo de espacio útil en torno a un núcleo central macizo. Puse esta convención en cuestión, y el resultado fue reinventar el edificio en altura, rompiendo el núcleo y desplazando los fragmentos a los bordes de un espacio diáfano, desde el cual se podía mirar en todas las direcciones. Esto permitió crear un lugar mucho mejor para trabajar, haciéndolo más estimulante para los usuarios del edificio. El proyecto de Hong Kong surgió en la misma década, la de los años 1970, que nuestro edificio para Willis Faber en Ipswich. Las innovaciones de este último edificio lo hicieron socialmente más adecuado, y le dieron la flexibilidad para integrar la nueva tecnología digital sin tener que recurrir a un nuevo programa. La historia de Stansted, el tercer aeropuerto de Londres, es también una historia de innovación o reinvención. Buscando una nueva generación de terminales aeroportuarias, le dimos literalmente la vuelta al modelo tradicional para crear una alternativa radical que, desde entonces, se ha convertido en norma para otros diseñadores de aeropuertos a lo largo y ancho del mundo. Este modelo aspira a devolver al usuario el placer y el atractivo del viaje en avión, además de mejorar su eficacia operativa.Podría darte otros ejemplos de nuestros trabajos que han sido revolucionarios, aunque, en realidad, la mayor parte de nuestros proyectos merezcan el nombre de evolutivos. En otras palabras, son proyectos construidos sobre otros previos y pioneros, o desarrollos adicionales de modelos preexistentes. A una escala épica, el aeropuerto de Pekín es un buen ejemplo de ello, pues fue posible sobre la base de Stansted y los logros intermedios del aeropuerto Chep Lap Kok de Hong Kong. En respuesta a tu pregunta, también podría mostrar los vínculos entre los intereses de mi época de estudiante respecto a las tradiciones anónimas de la arquitectura y nuestras obras más recientes, en lugares tan alejados como los viñedos de Burdeos, el desierto de Arabia, África e incluso el espacio exterior. Todos estos ejemplos buscan mejorar las condiciones del hoy, pero yendo más allá de las fronteras de lo convencional o lo posible, para servir a las necesidades del mañana. ¿No es acaso este un logro significativo?